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lunes, 28 de octubre de 2013

UNA POSTURA REFLEXIVA FRENTE A LA SITUACIÓN DE LA NIÑEZ EN LA RURALIDAD DESDE LA REALIDAD DEL CONFLICTO ARMADO COLOMBIANO.




Sonia Pilar Celeita Mora
Yenny Paola Cobos Guerrero
Universidad Nacional de Colombia

"Ahí cae la lluvia, 
viene, viene el sufrimiento 
pero si la lluvia pasa, 
¿cuándo pasa el sufrimiento? 
¿Cuándo viene la esperanza?"
Alí Primera. “Techos de Cartón”

Eje temático:
                     
“Perspectivas del trabajo social frente a las realidades rurales colombianas”.

Sub-eje temático:

La intervención profesional del trabajo social en los contextos rurales frente al conflicto socio-político colombiano.
                   

RESUMEN

El presente texto tiene como objetivo realizar un acercamiento propositivo en torno a uno de los temas que podrían considerarse más delicados en la actualidad: la situación de la niñez en el conflicto armado colombiano directamente ligado con la ruralidad. Partiendo de una conceptualización de varios términos esenciales, procedemos a presentar un panorama histórico y actual del país a través de un cuento-novela  que ilustra desde una creación infantil varias historias de las más desgarradoras de Colombia.  Luego de esto, el desarrollo de la ponencia tomará un curso hacia la parte propositiva que se hará desde el enfoque construccionista dado quedesde el trabajo social vemos la importancia de  resaltar las construcciones sociales inscritas en lasinterrelaciones humanas.

Finalmente, la intención de este texto es proponer al lector una perspectiva reflexiva que permita pensar y replantear nuestro papel como trabajadores y trabajadoras sociales.


PALABRAS CLAVE: Niñez, conflicto armado, ruralidad, construccionismo, trabajo social, reparación, reconstrucción.


INTRODUCCIÓN

El panorama actual del país permite divisar una serie de causas y consecuencias del conflicto armado,  que afectan directamente la vida de una de las poblaciones más vulnerables de Colombia; los niños y las niñas. Nos vemos inmersos en una situación política compleja, difusa y ridículaenfrentándonos cada vez más a un desafío inmediato que combina procesos de reflexión, crítica y acción, lo cual exige deconstruir prejuicios, construir procesos de reparación y una completa reconstrucción del tejido social. Siendo la niñez, una de las poblaciones que absorbe muchos más los cambios ideológicos de la  sociedad a través de mecanismos tan sencillos como la lectura de un libro, y tan complejos como la crianza familiar, es necesario poner pautas que incentiven el cambio y la forma de asumir el mundo.

En el marco actual de la violencia histórica, Colombia trata de trazar horizontes que de alguna manera permitan reivindicar los sucesos que han marcado la vida de los niños y niñas y del país en general, “Tras cuarenta años de conflicto armado interno, toda la población está de alguna manera afectada, por ejemplo, los costos económicos de la represión política como los gastos militares y los recursos del sector hospitalario, destinados al conflicto armado, implican una disminución en los recursos disponibles para otros sectores del Estado”. (UNICEF, 1994, p.33). En el panorama actual, nos vemos ante un proceso de ley de victimas en busca de la reparación para la población victimizada, y unos diálogos de paz buscando un cese bilateral al conflicto armado.

Pero aunque vamos dando pasos gigantes en varios procesos, hay muchas falencias en los mismos. Seguimos reproduciendo las mismas dinámicas de hace muchos años, la niñez colombiana sigue inmersa en el panorama de la guerra, “Las causas que llevan a los niños, niñas y jóvenes a vincularse con algún grupo armado en Colombia son diversas; entre las más frecuentes se encuentran factores familiares […]factores económicos  […], los deseos de venganza contra el grupo contrario o la idea de que unirse al grupo va a proteger a su familia, la existencia de vínculos amorosos con miembros de alguno de los grupos, y las continuas experiencias de marginación que viven niños, niñas y jóvenes en el país ante la negación de sus derechos. (Anónimo, 2002, pp.34-35.). Se siguen desconociendo a los niños y niñas como ciudadanos, y desde este panorama adquieren la condición de ser mucho más vulnerables y por tanto los derechos en muchos casos no son reconocidos.


DELIMITACIÓN Y RELACIÓN DE CONCEPTOS BÁSICOS

Se considera pertinente empezar a desplegar una delimitación conceptual que permita desarrollar el curso de esta ponencia de forma tal que la propuesta se dé en el marco de posibilidades y realidades concretas.

Para poder hacer referencia a quiénes entendemos como niños y niñas,  es necesario considerar que el Código Civil Colombiano nos da la siguiente definición: “Llamase infante o niño, todo el que no ha cumplido siete años; impúber, el que no ha cumplido catorce años; adulto, el que ha dejado de ser impúber; mayor de edad, o simplemente mayor, el que ha cumplido veintiún años, y menor de edad, o simplemente menor, el que no ha llegado a cumplirlos.” (Código civil,2001, p.13).Así hablaremos de niñez refiriéndonos a los dos términos anteriores. Estadefinición es conveniente puesto que claramente la normatividad es quien define el curso de las políticas públicas y de las leyes que se generen alrededor del tema. Recordamos que en el artículo 44 de la Constitución Política de Colombia, nos habla sobre los derechos fundamentales de los niños y niñas, y la función de la familia, el Estado y la sociedad para protegerlos.

También se hace necesario definir qué entendemos por ruralidad, encontrando que es un concepto muy difuso, tal como dice en el siguiente fragmento “La ruralidad en Colombia no es un concepto claro y no puede decirse que haya consenso en su definición, lo que representa una importante dificultad a la hora de implementar políticas públicas diferenciadas para el sector rural” (González, Vanegas,  Ríos, &Baildión, 2011, p. 1).Así pues hablaremos de la ruralidad como todas las dinámicas y relaciones económicas, sociales, políticas que se gestan fuera de lo urbano, distinguido territorialmente lo rural en el espacio del campo, lo urbano en el espacio de la ciudad.

Otro de los conceptos pertinentes  para el desarrollo de este documento es el de conflicto armado, desde la visión del profesor Alejo Vargas, “el conflicto armado colombiano se puede considerar de naturaleza política, con raíces históricas y sociales determinadas. En esta perspectiva, existen grupos organizados que pretenden constituirse en actores político-militares que pudieran confrontar al Estado o al régimen político, influenciar sus políticas públicas y, eventualmente, remplazarlo” (Vargas, 2002, pp. 235-236). Así mismo debemos tener en cuenta que “el conflicto armado no hay que entenderlo como una expresión de violencia “sin sentido”, una violencia no “basada en razones utilitaristas o ideológicas”, o basado en explosiones inmotivadas o inmediatas. No hay conflicto posible sin opuestos, sin la construcción de una otredad que significa riesgo y amenaza, pero que a la vez se necesita para poder sostener, un edificio ideológico” (Angarita & Gallo, 2012, p. 211). Entonces el conflicto armado se constituye como una tensión entre opuestos, construida históricamente desde las realidades sociales y políticas del país.

Según el texto “niños y niñas en situación de desplazamiento en la ciudad: entre la frustración y la resistencia creativa” de la profesora Martha Nubia Bello[1] los tres aspectos particulares que son característicos de la relación ruralidad, conflicto armado y niñez, que en muchos casos puede traducirse como desplazamiento, son: 1. Los niños/as han sido protagonistas y espectadores de la guerra porque han vivido de cerca en ella. 2. Niños y niñas han sido educados/as para sobrevivir en condiciones de guerra, es decir actitudes y comportamientos frente a aspectos propios de la guerra. 3. Sus vidas han quedado marcadas desde las pérdidas significativas como la muerte de familiares, el desplazamiento forzado y la perdida de cosas simbólicas. (Bello, 2001, p.165)
                                                                                                               
Otras de las relaciones que encontramos entre la ruralidad, el conflicto armado y la niñez, remite al campo específico de la migración del campo a la ciudad, generalmente este proceso se conoce como el desplazamiento forzado. Este cambio abrupto significa para los niños un giro de 180° en los procesos de socialización y por ende en la construcción de su identidad. (Bello: 2001, p.165) Las condiciones de vida de los niños/as cambian de tal forma que se ven enfrentados al hacinamiento, al hambre, a la rutina de trabajar en vez de estudiar o jugar, a las condiciones de encierro por el miedo de sus padres a los peligros propios de una ciudad, a la estigmatización y a la exclusión, al miedo de ser ridiculizados o señalados por condiciones propias de su color de piel, acento, rasgos físicos, costumbres, religión etc.

Finalmente la ciudad se encarga de transformar en los niños y niñas muchas de las condiciones cotidianas en las que vivían, se modifican las concepciones de roles sociales y de imaginarios culturales, además dela transformación significativa que implica el conocer y utilizar las formas de mercado y comercio que en la ciudad permiten acceder a todo tipo de deseos.

Desde este panorama,se empieza a escribir un cuento que lejos de tener personajes concretos y finales felices, representa las más crueles e infames formas de violencia contra la niñez, teniendo como propósito para este espacio académico específico, una mejor comprensión del tema que aquí tratamos desde la metodología del cuento. Además buscando una reivindicación de una de las creaciones infantiles más significativas, esto conducirá a acercarnos de una manera más sensible pero rigurosa. Lo que se piensa es hacer una reflexión desde la historia hacia la construcción del futuro del país.


UN  RELATO  VIVIDO,  CONTADO  Y  ESCRITO,  UN PÚBLICOAUSENTE, ACRÍTICO  Y  ENCEGUECIDO.

Una noche como cualquiera de las largas y temerosas de la guerra,  Emiliano   recordó aquellas aventuras que alguna vez había querido vivir con quien fuera su amada Manuela. Esa noche en medio de tantas pesadillas escuchó de nuevo el toque que escalofriaba su alma, aquella diana que le recordaba una vez más que debía levantarse a entrenar.
Él era un muchacho alto, de tez morena, de aspecto delgado, atravesado por el hambre y con una expresión en su rostro que dejaba ver la carga simbólica de haber nacido en los noventas en pleno Caquetá, en medio de un conflicto que develaba su naturaleza desde principios de siglo. A sus cortos doce años, ya comenzaba a pensar sobre lo que a su alrededor acontecía,  y aunque su cotidianidad era la guerra, siempre soñaba con alguna vez jugar con Manuela, la niña que conoció cuando en una de las pocas oportunidades que tuvo fue a la escuela.
Esa misma noche, en la inmensidad de una casa que apenas se recuperaba del plomo del día, Manuela pensaba qué iba a ser cuando grande. La casa era apenas un escombro de la gran hacienda que había sido,  las paredes blancas que en otro tiempo hacían juego con el mantel del comedor, hoy ya lucían salpicadas de sangre, de la sangre de su padre el que por no cumplir con un dinero pedido por “los jefes”, su vida perdió, dejando solas a Manuela, su madre y sus tres hermanas.
Despertando de madrugada, al canto del gallo, Manuela preparaba su mente y su corazón para evitar ese sentimiento de dolor que sentía. En un momento pensó si tal vez al igual que ella en otros rincones del país otros niños y niñas padecían el mismo sufrimiento. En esto abrió la ventana y descubrió algo que ya no le parecía raro:¡otra muerte!. Halló en frente el cuerpo sin vida de su mejor amiguita, vecina y confidente, con la que hablaban todas las tardes de un mundo imaginado y soñado. Desmayó su cuerpo de dolor, y pensó una vez más en las conversaciones que habían tenido, soñando un universo para los niños y niñas en el que no sólo disfrutaran jugar, sino que pudieran tener a su familia, su felicidad, ir a la escuela y  buscar saber algunas cosas del mundo que aún no sabían.
Entre tanto la mañana de Emiliano, corría por los mares del entrenamiento militar, el discurso ideológico y las tareas propias del escenario de la guerra. Pasaba el día entre caminos largos, que conducían de su casa al campamento y del campamento a su casa, sin embargo, también era recurrente que esta mente infantil añorara aprender a leer y escribir,  jugar y a seguir viendo el mundo como algo perfecto. Pero aterrizado en su realidad, recordaba que en ese momento él era uno más en medio de todos esos niños que estaban allí. Lejos estaría de imaginarse que entender ese gran dinosaurio guerrero que tenía ya más de 50 o 60 años encima, representaría algo tan complejo, casi imposible, y más que eso no representaría un mayor interés para los que vivían en el mundo.
En estos recorridos matutinos que cada vez se volvían menos frecuentes, donde ya poco veía la sonrisa fría de su madre, pensaba en las mil y una razones para que niños como él tuvieran que estar en la guerra; ¿Sería que en sus casas no había comida? ¿Sería que en sus casas no los querían? ¿Sería que esa era la mejor alternativa que algunos tenían? ¿Sería que algunos quieran estar allí? ¿Sería que como a él, un motivo de fuerza mayor como la obligación, habría hecho que optaran por la filas? En su cabecita también rondaba un aura de soledad que muy inquietamente se indagaba acerca de cómo los niños estarían solos en el mundo, si el Dios que su madre le había enseñado ya los había olvidado y si alguna otra persona del país o del universo pensara, desde lo que decían que era el Gobierno, hacer algo por ellos.
Manuela enfrentaba dos tristezas, con el corazón terriblemente abatido por la guerra decidió emprender un camino hacia el único lugar en el que consideraba podría conseguir una ayuda. El padre de la iglesia (donde ella buscaba ir) había sido amigo de sus padres, había bautizado a sus hermanas y le había dicho que podía siempre contar con él y con Dios. En la inmensidad de los campos, caminando hacia una sombra de esperanza, recordaba que no le había dicho a su madre  a donde iba, ni mucho menos que no podría cuidar a sus hermanas. Tampoco tenía la intención de avisárselo, porque sabía que el miedo de los adultos hacia la guerra era mucho más grande cuando sabían que alguno de los niños tenía el riesgo latente de caer en los campamentos de algún grupo. Lejos de imaginar esta situación, su madre estaba en  el cafetal que dado a la cruel situación económica requería más atención que Manuela.
Caminando la pequeña niña, con paso largo por el viejo camino, de un momento a otro sintió la presencia de varias personas, pero al percatarse de mirarlas, no vio a nadie, hasta que sus piernas sintieron el impulso brusco de una caída abrupta, provocada  por el empujón de un hombre. Cuando alzó la mirada, descubrió tres figuras masculinas terriblemente armadas y con una expresión en su rostro que no pudo más que dibujar en el semblante de Manuela un terrible pánico y unas ganas inmensas de morir en ese instante.
Cerró sus ojos y se aferró con toda su fuerza al escapulario que su padre lehabía comprado en la fiesta de la virgen. Sintió como sus ropas se rasgaban  y como una fuerza que no conocía se adueñaba de su ser. Sintió también un fuerte dolor en su vientre, fruto de cada cruel inmersión repentina, de cada golpe, de cada palabra y de cada gesto grotesco de sus agresores. Terminado aquel traumático momento, amarrada como un perro, se vio llegando a un campamento en donde todos tenían en su rostro la misma expresión de aquellos tres hombres. En adelante su vida, sus sueños, sus ilusiones y su infancia se redujeron a una improvisada cocina y a una fétida cama de vástago de caña.
Emiliano, entre tanto corría en el largo entrenamiento de un medio día soleado,  sonreía por el recuerdo de la niña más hermosa que había visto alguna vez, con la que compartieron los colores y la bienestarina de la escuela, donde con la profesora Berta  aprendieron a escribir mamá, mucho tiempo pasó cuando se enteró que la amenaza de muerte a la profe Berta había hecho que ella olvidara la paz y la libertad que tanto anhelaba. Se acogió tanto a esos recuerdos que empezó a dibujar en su mente y en su corazón un amor infantil que era su única vía de escape de un mundo cruel y despiadado.
En la tarde, después de un entrenamiento más duro que el de los días anteriores, en medio de una chicha rebajada para la sed, se enteró del que iba a ser su primer ataque a los campamentos del enemigo. El tiempo se le hizo eterno y a la vez fugaz, pasando días, de pronto se vio de frente ante un acantonamiento de personas desconocidas, que aunque a él no le parecían malas representaban firmemente la figura de su enemigo.
Empieza el enfrentamiento, y en la rapidez de las balas, lo único que ve es el rostro pálido, asustadizo y mucho más delgado de Manuela. Ella también lo reconoce y como fruto de esto nace una pequeña sonrisa entre los dos. El camino que los había cruzado, no podía ser otro que el camino de la sangre y la guerra, y Manuela con el peso de sus trece  años, al ver aquellos ojos vigilantes, presumía cual era la intención de aquel joven tan galante. La vida por un segundo fue perfecta cuando sus ojos se encontraron, pero volviendo al mundo real se vieron enfrentados de lado a lado por la dominación de un territorio.
 Luego de varias horas, el campamento de Emiliano estaba trasladando algunos víveres y algunos enceres al nuevo campamento. En tanto cruza su mirada, ve a Manuela y escucha la voz del comandante que le ordena -¡dispárale!-. El joven, que aún tenía en su corazón aquel amor, lo único que pudo hacer, fue observarla y darle tiempo para que ella huyera de aquel lugar, sin saber que estaba firmando su sentencia de muerte. Bajo la acusación de ayudar al enemigo, Emiliano cae tras miles de balas.
Manuela, recibe una fuerte golpiza por estar escondida bajo la corteza de un árbol, y es obligada nuevamente a servirles a ellos “sus compañeros” no sólo en la cocina, sino como esclava sexual. Fruto de los múltiples dominios de su cuerpo, a Manuela le comienza a crecer una vida en su vientre, asustada y desorientada llora y espera las ordenes que le den cuando se den cuenta. Al cabo de sólo unos meses, no pudo esconder más lo evidente, por tanto fue obligada a que en condiciones deplorables, con objetos inadecuados, el enfermero del campamento le practicara un aborto el cual puso en peligro su corta vida.
Desangrada y casi muerta, la dejaron en la puerta del viejo centro de salud. La imagen que se convirtió en la salvación de su vida fue la de una doctora con bata blanca, que en una ambulancia la trasladó al hospital mayor. Luego de esto, Manuela no solo habla de la situación en la que estuvo, sino que profesa sus deseos de luchar en nombre de Emiliano y del hijo que nunca conoció. Empieza una vida nueva, enfrentándose a una ciudad desconocida y a un ritmo de vida muy acelerado, con ayuda de un grupo de profesionales, que no sólo le dan orientación psicológica y demás, sino que le ayudan a emprender un camino de auto construcción, que le permita ayudarse a sí misma y a las demás víctimas de la guerra y la violencia que ella vivió.

Son miles las Manuelas que cuentan sus historias. Son miles los Emilianos que mueren con una historia que contar. Y aun somos muchos más los que vemos esta realidad y no nos apersonamos de una posición crítica y constructiva. Debemos considerar que directa o indirectamente, nosotros y nosotras hemos sido víctimas y participes del conflicto armado colombiano.

No se puede negar que en las realidades políticas, sociales y económicas de un país como el nuestro, entender las dinámicas de procesos tan complejos y multifacéticos como la violencia, resulta tan confuso y casi tan imposible como entender la misma naturaleza de la guerra.

Así entonces como trabajadores y trabajadoras sociales, proponemos a través de este documento un enfoque que articule los procesos actuales de políticas públicas y leyes, y un esfuerzo académico que considere aspectos más profundos de un tema que sugiere tanta sensibilidad como este.

Este esfuerzo se constituye en una iniciativa integradora que deje de lado algunas presunciones epistemológicas y que se preste, mejor, como un espacio constructivo que apunte a una articulación. En este encuadre, “desde el Trabajo Social nos interesa más el construccionismo, porque remite a los intercambios que se dan entre personas situadas histórica y culturalmente en una sociedad dada. Así, las emociones, las intenciones, la memoria, el pensamiento, las acciones y los conocimientos, las situaciones y hechos sociales, etc., son construcciones sociales nunca individuales porque lo social precede a lo individual”(Kisnerman, 2005, p. 115).

Por eso, uno de los propósitos fundamentales de este escrito, no solamente generar una lectura y una sensibilización frente a las realidades y el contexto inmediato-específico, sino también buscar espacios de intercambio de ideas, posturas, propuestas y reflexiones que tracen el camino para construir  un esfuerzo conjunto que piense en la mejor forma de emprender esos caminos de reparación que no solamente le sirven a la niñez en el marco del conflicto armado y la ruralidad, sino que alimenten un debate importantísimo en el país y que nos ayude de una vez por todas a emprender un camino efectivo de paz. Por tanto es importante tener en cuenta que “construimos la realidad desde adentro, no desde afuera en un contexto de acontecimientos precedentes y consecuentes que se expresa a través de ideas conceptos, recuerdos, sentimientos que surgen en el intercambio social, en el dialogo y a través del lenguaje”. (Kisnerman, 2005, p. 118).

En el desarrollo de la investigación y este texto, consideramos varios aspectos a tomarse en cuenta para procesos de reparación que sean incluyentes, efectivos, solidarios y sobretodo que evalúen las condiciones reales de la niñez en Colombia:

1.      Consideramos a los niños y niñas, no como objetos sino como sujetos de cambio. Como agentes transformadores de sus propias realidades y forjadores/as de un presente y un futuro distinto “la reconstrucción al direccionar la acción, es una apuesta hacia el futuro para alcanzar una situación objetivo con la ejecución del proyecto. Tiene que ver con la intencionalidad, la que da  sentido a la acción es su utopía alcanzable” (Kisnerman, 2005, p. 228).
2.      Como estudiantes creemos que debemos reconstruir el concepto de niño y niña, de esta forma resignificar los espacios que socialmente les venimos dando. Esto significa dejar de ver a los niños y niñas como el futuro del país y pensarlos más bien como el presente en una realidad tangible.
3.      Con referencia a los procesos de reparación dirigidos a la niñez, también debemos pensarnos en procesos articulados, integrales y efectivos. Nosotros y nosotras representamos junto con los niños y las niñas el presente, un presente lleno de retos y desafíos en un país con el contexto que tenemos.
4.      También debemos considerar que los procesos de reparación deben estar adecuados a realidades y procesos concretos dentro de un panorama nacional, y que es por ello que el diseño de la política pública debe adecuarse a la necesidad que implique la zona determinada del país y la población a quien va dirigida.
5.      Desde el Trabajo Social también debemos repensarnos nuestro papel en estas situaciones, nuestro accionar debe ser un trabajo mancomunado que busque integrar las perspectivas de los diferentes tipos de intervención y los métodos que en ellos se usa. De esta forma nuestro acercamiento a las poblaciones no va a ser simplemente el de una postura observadora sino que es participativa y de este modo logra forjar procesos constructivos en los niños y niñas, diciendo así de una vez que si bien nosotros/as representamos una transformación, los verdaderos/as agentes de cambio resultan siendo ellos/as.
6.      Los procesos de reparación debemos pensarlos desde las amplias perspectivas que ofrece la educación popular, analizando aspectos psicopedagógicos desde la estrategia del juego, la lúdica, la integración, las artes y las dinámicas que permitan llegar de una forma más directa y mucho más amena a los niños y niñas víctimas del conflicto armado en el país.
7.      Las estrategias de reparación también deben partir un contexto y de una delimitación espaciotemporal que permita no sólo adecuar las condiciones de la política pública, sino que también brinde una visión holística del proceso en construcción que estamos llevando.
8.      Teniendo en cuenta el contexto específico actual del país, que pide a gritos un proceso de paz eficiente, debemos anotar que dicho proceso no debe darse solamente con el cese al fuego, sino que debe ser un proceso radical y transformador que le permita a la sociedad en su conjunto visualizar la paz como escenarios de equidad, justicia, solidaridad, tranquilidad y reparación. Frente a esta y al tema que estamos tratando conviene decir que estamos en el momento histórico pertinente que para que como miembros de esta sociedad empecemos a pensarnos como conseguir esa paz, y en este caso como articularnos socialmente para que una población tan vulnerable como lo es la niñez, tenga ante sí un panorama de transformación y efectivamente de paz.
9.      “Tiene que haber una acción reparadora del tejido social. Tiene que reconstruirse la confianza en las instituciones. Tiene que destruirse el miedo a opinar y a organizarse. Se tiene que devolver a la comunidad la posibilidad de adelantar proyectos de desarrollo.” (UNICEF, 1994, p. 54)


REFLEXIÓN FINAL

Desde el Trabajo Social se hace necesario reflexionar sobre nuestro papel frente a la situación de la niñez Colombiana en la relación con el conflicto armado y la ruralidad. De esta misma forma es precisoreelaborar nuestro pensamiento crítico y constructivo frente a realidades como estas, que implican más que una intervención institucional, un esfuerzo desde la academia y desde nosotros y nosotras mismas en el compromiso de pensarnos un país diferente.
Precisamente desde el subeje que se propuso abordar también cobra una vital importancia ahondar en discusiones que dinamicen y direccionen la práctica profesional como  un proceso de intervención y acompañamiento eficiente y que sea pensado desde la historicidad del país, desde el contexto específico de nuestra sociedad, y desde el propio sentir  y vivir de las víctimas. Es decir, debe buscarse un abordaje académico, filosófico, político y transformador que gire, desde esta construcción teórica, en tres direcciones:

1.      La situación de la ruralidad en Colombia, ya que en este aspecto deben tocarse temas tan complejos como la tenencia de la tierra, la cuestión de lo agrario como una deuda social del país y el desafío que representa asumir y entender el territorio como un escenario de convivencia entre actores de todo tipo.
2.      La situación de la niñez en nuestro país, teniendo en cuenta los avances en política infantil que se han tenido, y de la misma forma, las transformaciones tan drásticas que hemos visto a medida que las generaciones avanzan. De esta forma, se podrá comprender la forma en cómo se dibuja la niñez hoy en día y a partir de allí, podremos vislumbrar el camino hacia lo que son sus necesidades, derechos y deberes.
3.      La situación del conflicto armado en el país, ya que esto nos pinta un perfecto panorama de la realidad que tenemos, y los desafíos que nos esperan en el abordaje de estas realidades y en la superación y reparación de procesos que han desangrado el país.







BIBLIOGRAFÍA

·         Angarita, Pablo & Gallo, Héctor. (2012) “capitulo 7: discurso sobre el enemigo en el conflicto armado colombiano, 1998-2009”:Conflicto armado: interpretaciones y transformaciones.(pp. 215-219).  Medellín: Sello Editorial.

·        Bello, Martha Nubia. (2001) “Ponencia: Niños y niñas en situación de desplazamiento en la ciudad: entre la frustración y la resistencia creativa”: Memorias; primer encuentro interuniversitario. Derechos de la niñez y la juventud. (pp. 161-170) Fondo de naciones unidas para la infancia UNICEF. Bogotá.

·        Código civil. Edición actualizada 2011. Momo ediciones. Bogotá D.C.

·        Fondo de naciones unidas para la infancia UNICEF. (1994)La infancia en situación de violencia política y conflicto armado.  Oficina del área para Colombia y Venezuela.  Bogotá.

·        González, Jorge Iván. Vanegas,  Hernando. Ríos, Mariana &Baildión, Édgar.  (2013). “Una nueva mirada a lo rural”:Informe de Desarrollo Humano 2011 para Colombia, del Pnud. Recuperado del sitio de internet de CENSAT: http://www.censat.org/biblio/category/18-ruralidad?download...nueva...

·        KISNERMAN, Natalio. (2005)“capitulo 5: aproximándonos al construccionismo”: pensar el trabajo social; una introducción desde el construccionismo. Argentina: Editorial Lumen.

·        Niños, niñas, Jóvenes y conflicto armado en el 2002. Una aproximación documental.(2002). Grupo editorial la liebre.

·         Vargas Velásquez, Alejo. (2002). Las fuerzas armadas en el conflicto colombiano; antecedentes y perspectivas. Bogotá: Editorial Intermedio.



[1]Martha Nubia Bello Albarracín, Magíster en Ciencia Política de la Universidad de Los Andes y candidata a magíster en Investigación Social Interdisciplinaria de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Es egresada y profesora de Trabajo Social, coordinadora del "Programa de iniciativas universitarias para la paz y la convivencia".

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