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sábado, 7 de enero de 2012

El trabajo Social y su intervención social en el marco del Paradigma de la Protección Integral de la niñez. Sistemas locales de Protección.


Autor: Marcelo Irazusta


A solicitud de varios colegas del colectivo social, les envío esta dirección donde pueden encontrar mi ponencia presentada durante la Segunda Convención Nacional de los trabajadores Sociales y trabajadoras Sociales de la República Bolivariana de Venezuela y el Segundo Foro Internacional de Trabajo Social en Caracas, Venezuela en octubre de 2009.

martes, 3 de enero de 2012

PROCESO DEL IR SIENDO
Autor: Manuel Tiberio Zabala  Cubillos

Después de estar muchos años en el abatir académico, (como  hijo y herencia de maestros de escuela) desde ser profesor  en la llamada “segunda enseñanza”, hasta ser conferencista internacional, que  recorrí por varias veces  los  diferentes países de Latinoamérica,  promulgando un concepto metodológico de la  moderna ciencia, que tuvo varios nombres iníciales  como “Hacer Pensando, Pensar Haciendo”, como el titulo del primer libro llamado “Método Sin Metodología”. Estábamos en la década de  finales del 60 y toda la década del 70 en donde el auge de la  reestructuración del trabajo social  se realizaba  con un brote de angustia.  Surgían diferentes  intentos, como era del Paulo Freire, Orlando Fals Borda, Gino Germani y otros de menos consistencia estructural.
Cansado de  decir y hacer comprender el método de realización social que al final se quedaba sin realización. Todos comprendían y aplaudían el  QUE, pero nadie o muy pocos asumieron él COMO.
Decidí salirme de los claustros académicos universitarios, no volví  ni a encuentros, ni simposios, ni congresos, de orden nacional o internacional, que en ultimas se convertían en reuniones de para establecer amistades.
 En principio se pensaba en una salida educativa y como tal se realiza un Jardín Infantil muchos  éxitos de parte de los alumnos, 4 años, y muy poco de parte de los padres de familia o representantes, que no soportaron  la critica permanente de  sus hijos. Se genero un método de aprender a leer en 4 horas.
Se iniciaba la formación de un equipo de jóvenes en Venezuela, 1972, profesionales prominentes de tendencia  a la transformación social, eran aproximadamente 20 jóvenes en ese entonces.  Al mismo tiempo se fue generando una universidad llamada Corporación “Universidad Para  la Ciencia Humana”. Se iban  desarrollando trabajos simultáneamente. Por razones históricas nos avocamos a la conformación de una Cooperativa de Transporte  Urbano, en la ciudad de Barquisimeto (Edo. Lara, 127 autobuses). Supuestamente por no haber gente preparada para asumir ese reto se  escogieron los  “mejores” estudiantes de la universidad, para que en unión del equipo que se estaba desarrollando en Venezuela, lográramos  esa organización. Los   18 estudiantes fueron un fracaso,  el primero se devolvió al mes, y el último al año. Se tenía toda la comprensión del QUE, pero no se asumía el compromiso, la responsabilidad, la entrega a la realización.  Después de 5 años de trabajo en transporte el gobierno en turno, tomo la decisión de deportarme, después de estar preso tras la excusa que estaba  haciendo organización de  cooperativas.
En este tiempo se empezó la organización de muchas experiencias, realizaciones de asociatividad, por ejemplo Programa de Alfabetización en las zonas  campesinas de la Costa Pacífica, una Biblioteca Comunitaria, y Teléfono Rural Comunitario, un Talle Metalmecánico, un Grupo  Asociativo de Producción agrícola, y una gran obra de los “Mercados Comunitarios” en Colombia, llegando a un gran total de 94  a nivel del país.
Se empezó con mayor firmeza a evidenciar el sistema metódico de realización, para dejar la comprensión especulativa de la intelectualidad y generar inmersión en la  vida cotidiana del hombre y la comunidad.
Ante la presión del gobierno venezolano para no dejarnos seguir en el transporte, con la experiencia de los mercados comunitarios de colombio, se tenía una  guía de acción. El problema era de no repetir la experiencia como tal, y encontrar una modalidad de mercadeo diferente, que con el equipo de Venezuela se  logra, que  hoy es la Central Cooperativa CECOSECOLA, del Estado Lara.
Hoy en día, en donde quiera que vayamos, vamos organizando “Los Puntos Densos” de realización, gestando procesos de transformación y de cambio social. Unos que asumen y otros  que  critican y califican, pero que estos  no es más que la demostración de una impotencia y su miedo al cambio real de  su conducta y su lógica.
Algunos planteamientos diacrónicos que considero importantes en el proceso de realización:
INTEGRACIÓN
El Jardín Infantil, integra el conocimiento.  Un esfuerzo para hace 45 años de búsqueda  de experiencia, para  lograr la unidad de la ciencia, pero que solo se logra la integración del conocimiento. Unir los profesores, primer reto e ir generando criterios en cada especialidad que tuvieran un grado de  semejanza. Además, creando los criterios en la práctica de creatividad de análisis en la realización y fundamentalmente libertad de pensamiento. La crítica de la cultura de los padres que se hacía peligrosa para ellos. El deporte con un nuevo criterio de movimiento de dialecticidad, el arte con libertad de formas y creatividad permanente, la religión con los criterios de Teología de la Liberación, la Biología con los criterios con los Fenómenos de Cambio, el agua, la mimetización, metamorfosis y esto aplicado al concepto matemático de las realizaciones  ecualiformes de  la matemáticas, enseñada con ejercicios prácticos y juegos. La lúdica era lo fundamental. El afecto que se generaba daba gran seguridad de vida a todos.
UNIDAD
La universidad, unir el conocimiento con el criterio del profesor universitario es difícil pero no imposible lograrlo, en la práctica, era  acabar con los dictadores de  clases, de conocimiento. Reunir a los profesores en ciclos de saberes, junto con los estudiantes a escuchar las exposiciones de alguno de ellos y en razón de lo expuesto los demás va haciendo su aporte al tema en sus diferentes áreas de conocimiento. Hay que preparar al profesor para que  no  compita, ni genere superioridad o inferioridad. El alumno va captando la unidad del conocer. Se terminan  con los exámenes escritos y se reemplazan con temas a expresar por cada alumno  y la evaluación se hace integrada por  profesores y alumnos.  Se reúnen las horas académicas y se realizan ciclos de 15 días, el profesor debe conocer su materia. La capacidad de comprensión del  estudiante, rebasa en 2 años el saber de un profesional de otra universidad, que adquiere este conocimiento en periodo de 5 años. Gran capacidad cerebral y un gran sentimiento de realización pero muy poco de asumir e internalizar el compromiso de cambio social.
IDENTIDAD
Grupos asociativos y cooperantes de  productividad. En el grupo asociativo de producción es fundir la realización con el hacer  y el conocer.  En los Puntos Densos se produce para  comer y sostener a  la familia; por eso no se puede evadir con la ausencia, la crítica transformante de los compañeros, para dejar atrás los lastres del sistema de  la individualidad, de personalismo  de acumulación de jerarquización y de particionamiento.
Al mismo tiempo genera una práctica sensorial en la realización y conocimiento técnico de ella, con la dinámica del grupo debo generar el conocimiento de la relación. Mucho del porcentaje del tiempo de “trabajo” deberá estar en el dialogo de organización, de relación, de critica de análisis de la practica constructiva para generar el conocimiento, y al mismo tiempo su propia transformación.
En los Puntos  densos, grupos  asociativos de producción se lleva rítmicamente el hacer con la autoconciencia de la realización e ir formando el hombre nuevo de integración de sus sentidos, de su sensorialidad, de su hacer y su comprensión, conocer  para ir encontrando su identidad como ser humano, cualquier desequilibrio de este  ritmo de nuestro vivir se desviaras nuestro propósito de ser libres, que implica la armonía del ser, hay que ir logrando la desaculturación, la desideologización, la deslogización, para ir encontrando en el proceso el nuevo hombre e ir proyectando el PARA QUE de nuestra sociedad, la unidad del ser se realiza en la totalidad del él, en el HACER y en EL PENSAMIENTO.
Como resultado del trabajo  investigativo en  las diferentes etapas vividas, se ha ido descubriendo y cada vez con más fuerza las diferentes evidenciaciones estructurales  en lo social en que se vive en nuestra América  Latina. Sistematizándose el orden Afroamericano, Amerindio, el Occidental-Europeo. Estructura que al integrarse nos van dando como resultado otros comportamientos, actitudinales, y lógicos de nuestra cotidianidad. Con la visión de los excedentes  hambre, con los criterios de nivelación, del parasitismo nomadico y la complicidad parasitaria, y otros reconocimientos de nuestro hacer diario, se fue conformando un movimiento político, que en 6 meses a un año adquirió gran fuerza a nivel nacional llamado “Movimiento Golcondista “en Colombia.
Si nos reconocemos, si sabemos quiénes somos, podemos hablar de que cambiar, de lo contrario daremos palos de ciegos, y no sabremos que somos distintos, o creeremos que somos diferentes, diciendo lo mismo, que es el camino de los seres comunes y corrientes.
 Para poder cambiar debemos  saber que somos estructuralmente y en el proceso de ir construyendo en la incertidumbre nuestra búsqueda de la libertad en nuestra  propia realización y vida.

TALLER ENCUENTRO DE SENSIBILIZACIÓN
Realizar algunos  ejercicios e ir encontrando respuestas en nuestro HACER, por lo menos empezar a “VER” y lograr diferenciarlo con el MIRAR para luego teóricamente logra la estructura del  observar. Es con ejercicios de aula, pasar del mundo de la Cotidianidad Sensorial el Conocimiento  de lo relacional, para, si es posible, llegar al mundo Estructural pasar de lo discreto a lo continuo, de lo continuo  a lo dimensional.
En 2 o en 3 horas, puede lograrse en algunas personas inquietudes  al respecto y generar un proceso metódico en la construcción de un nuevo  SER: UN NUEVO HOMBRE.
Es parte de la metódica de vida que hoy estamos generando.

Coyuntura nuestroamericana, misión social del estado y trabajo societal. Algunos desafíos desde la Venezuela Bolivariana §


Autor: César A. Barrantes A. ©

I.                   Coyuntura nuestroamericana

Algo viene cambiando acelerada y violentamente en el mundo: para unos, se trata de una nueva crisis coyuntural o cíclica de mediano plazo; para otros, se trata de una época de cambios transformadores conducentes a un capitalismo neomodernizado y humanoide, y para algunos, estamos asistiendo a un cambio epocal, a un cambio de época. Las pos-neo-modernidades que encarnan la opresión, la explotación, la dominación, el estadocentrismo sociofóbico, el sociocentrismo estadofóbico, la globalización neoconservadora y el imperialismo global humanofóbico están cuasiderrumbándose por sus propias quimeras, entelequias y fantoches.
Evocando a Marx y Engels hoy podemos decir que un fantasma está comenzando a recorrer nuevamente el mundo capitalista: el socialismo de siglo veintiuno, uno de cuyos imaginarios es el rechazo intelectual y militante, cada vez más multitudinario y radical, a una globalización imperial depredadora que persiste en poner en peligro la vida humana, animal, mineral y el destino mismo de nuestra Pachamama, nuestra Madre Patria Tierra. Imaginario que está siendo simbolizado y encarnado por el pensamiento y la acción operativa y estratégica de pueblos, naciones, clases, etnias y multitudes antes excluidas, explotadas y marginadas de todo el mundo, hoy incipientemente asumiéndose, al menos en nuestra América como sujetos de derecho, de justicia, de paz y de democracia participativa y protagónica.
No obstante lo anterior, algo sigue caotizándose, entropizándose a propósito del maremoto económico-financiero que está estremeciendo los cimientos del capitalismo imperial, pero fundamentalmente, por la estrategia del divide y vencerás, de fragmentación, destrucción e imposición de modelos políticos, culturales, económicos y civilizatorios occidentalizantes que se yerguen sobre las ruinas de las diferencias orientalistas, sureñistas y africanistas, hoy en proceso de hermeno-onto-epistemologización diferencial.
En nuestra América los espectros de Marx, Engels, Descartes, Espinoza, pero también de iluministas, socialistas utópicos y científicos y tantos otros excelentes eurocéntricos de los siglos XVIII, XIX y XX, embargan los testimonios de vida de próceres, héroes y heroínas de los procesos independentistas, autonomistas, soberanistas y liberacionistas de ayer y de hoy, desde el sur del Río Grande hasta la Patagonia pasando por Centroamérica y el Caribe anglo-francófono.
No fue casual que Bolívar en 1826 dijera que los Estados Unidos parecieran estar destinados para plagar de miseria a nuestra América en nombre de la libertad; tampoco que el general pernambucano bolivariano, José Inácio de Abreu e Lima, escribiera en 1855, a pocos años de haber sido publicado el Manifiesto Comunista, un libro hoy desconocido: O Socialismo, en donde escribió: “Somos, en verdad, socialistas, pero entiéndase bien, discordamos en gran parte de los maestros de esas doctrinas y sólo aceptamos de ellas lo que sea aplicable a nuestra presente situación” (MPPCI-RBV, 2005).
A ya casi ciento sesenta años de esta publicación, la compleja realidad del mundo actual se explica ya no al estilo de la sociología clásica por factores sociales, sino por fuerzas y entelequias impersonales y demonológicas como el miedo colectivo, la inseguridad, la delincuencia, el fundamentalismo, el terrorismo, la opinión pública, el público hipermediamediatizado, las muchedumbres solitarias encapsuladas en burbujas financieras y mediáticas, la balcanización de vastas regiones del planeta, el narcotráfico, la parapolítica, los narcoestados (como Colombia y los Estados Unidos) y las guerras cada vez más misohumanas, que convierten en agresores y terroristas de lesa humanidad a poblaciones civiles indefensas que luchan contra el invasor, y a los agresores e invasores en libertadores democráticos.
Este escenario mundial terrorífico da cuenta de que ninguna instancia política mundial tiene capacidad reconocida ni fuerza moral suficiente para poner fin, por ejemplo, al conflicto árabe-israelí que ha convertido a Palestina y al Líbano en una ruina genocida. Somos testigos impotentes de la desolación de un sinnúmero de víctimas inocentes, de millones de refugiados y a la irracional destrucción de toda la infraestructura de países como Iraq, Afganistán, Líbano y Palestina, para sólo citar unos pocos ejemplos inefables.
Es el brutal e inhumano terrorismo narcoimperial. Y digo narcoimperial porque en Afganistán la producción de drogas se ha incrementado con motivo de la invasión yanqui, y en Colombia la producción de cocaína se ha exponenciado con el Plan Colombia al mismo tiempo que Estados Unidos se ha convertido en el mayor productor de marihuana transgénica del mundo: según datos del mismo Departamento de Estado de los Estados Unidos sólo California produce alrededor de $35.000.000.000 anuales, por encima de cualquier producción de alimentos y bienes básicos para la salud colectiva.
El narcoeje Estados Unidos-Colombia no es ingenuo en modo alguno (Borón, 2009; Falcón (2005); GWU (2004), Newsweek (2004). La lucha contra las FARC ha sido funcionalizada por el narcoestado colombiano necesitado del sexagenario estado de guerra interna que hoy también la oligarquía colombiana necesita regionalizar e internacionalizar. Asimismo, la lucha contra el narcotráfico significa lo contrario: asegurar a los cuarenta millones de drogodependientes estadounidenses la droga que necesitan, pues en el supuesto –negado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos- de que esos cuarenta millones de humanos no tuvieran acceso a su droga, los trastornos de conducta individual y colectiva tendrían consecuencias sociopolíticas insospechadas para el dominio internacional imperial.
Un mundo así fundado sobre la corrupción social y la degradación del ser humano, sólo puede llevarnos a la destrucción planetaria, a la desocialización desintegradora de todo vínculo humano y a la guerra compulsiva, como adicción, es decir, sin fin.
Pero además de todos estos factores críticos, el imperio ha agotado sus propias fuentes petroleras y acuíferas y, por lo tanto, necesita apropiarse de los recursos de otros países como Iraq, Eurasia, Irán y cualquier país del mundo.
Ahora bien, surge la pregunta de por qué irse tan largo si tienen a Venezuela tan cerca. Porque la doctrina del patio trasero les aseguran por definición esos recursos, pero el imperio necesita, además, otras fuentes y no depender de una sola por más segura que sea, como la droga colombiana y el petróleo venezolano. Por ello inventaron los argumentos justificadores de las invasiones a Irak y a Afganistán: dos de los mayores productores, el primero, de petróleo y, el segundo conjuntamente con Colombia, de drogas del mundo.
Entonces petróleo, gas, agua y drogas son el leitmotiv de la sobrevivencia del imperio encuéntrese donde se encuentren estos insumos. Y donde se encuentren allí hay que ir por ellos, sin importar cuántas vidas humanas se pierdan ni cuánta destrucción se produzca.
A la luz de la variable contextual arriba esbozada, desde hace un decenio el imperio yanquicéntrico ha venido desatando, sin declaración oficial alguna, una guerra, denominada de cuarta generación por los altos mandos imperiales, contra el mundo y, específicamente, contra la República Bolivariana de Venezuela, Ecuador y Brasil en lo que significan la mayor reserva biodiversa de la humanidad: la amazonia, pero también contra Argentina, Paraguay y Brasil en donde confluye la mayor reserva acuífera del mundo. Pero además, ha arremetido contra los países que se han constituido en la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y en la Unión de Naciones de los Pueblos del Sur (UNASUR) y sus Consejos de Defensa, Social y Económico, pero también contra instrumentos promisorios como Petrocaribe, Petrosur, el Banco Interestatal del Sur, la humanitaria Misión Milagro internacional, Telesur, el periódico "Correo del Orinoco Internacional" y otros proyectos en marcha.
Por sus reservas de hidrocarburos, minerales, agua dulce, biodiversidad y su posición geopolítica, Venezuela -y con ella Brasil, Ecuador, Paraguay, Uruguay y Argentina (Colombia, Perú, y Honduras posgolpe de estado contra Zelaya, ya están obsenamente entregados, controlados y funcionalizados a la política imperial, y, con matices diferentes no menos indignos, Chile, Panamá, Costa Rica, México)- es el más codiciable objetivo estratégico imperial en América del Sur y la clave para la recuperación de su dominación relativamente perdida en los últimos quinquenios, de su patio trasero.
Hoy está más claro que nunca que la polémica modernidad-posmoder­ni­dad, que transversalizó la academia del último medio del siglo veinte y cuyos coletazos en el primer decenio del tercer milenio tienen una definición crucial, cual es que el prefijo pos del término modernidad se ha decantado de manera tal que ya no hay duda de que la semiótica del lo lineal y progresivo, es decir, del después que le sigue de la modernidad, dejó perplejos a muchos universitarios e intelectuales al ceder su etapismo teleologista, evolutivo y positivista, al sentido del rebasamiento de una modernidad que, llegada a sus propios límites, no podía más que desbordarse o salirse de madre por sus propias obras, dando lugar, por ello, ya no a simples variantes de lo ya dado, sino fundamentalmente a algo cualitativamente nuevo. Hoy el pos de la modernidad perdió el significado de sus prácticas inefables. De lo que realmente se trata no es de un salto histórico cualitativo lineal ni ascendente, sino de un drástico corrimiento de plataformas que no pueden ser medidos ni ubicados en la desespiritualizada y desexuada cuadrícula cartesiana, en fin, se trata de la construcción multitudinaria de un inédito punto de partida, a mi modo de ver, evocativamente espinoziano y, por lo tanto, humanista de los procesos independentistas de ayer y de siempre, y del socialismo de siglo veintiuno.
Es así que podemos afirmar que el legado del proceso independentista bolivariano, sanmartiniano, artiguiano, abreudelimaniano está signado por la concreción insipiente de la Patria Grande, si bien de innegable origen latino-ibérico, fundamentalmente indo-afro-caribeño así como por nuevos modos estatal-nacionales de resolución de carencias y potenciación de aspiraciones singular-colectivas que, hoy en el siglo xxi, han adquirido un carácter societal, civilizatorio.
Es la razón por la que problemáticas o cuestiones cruciales como el posdesarrollo, la neomodernización, el neocapitalismo, el neoliberalismo como ideología legitimadora de la globalización imperial y sus variantes como las denominadas sociedades del conocimiento, de la información, de la imagen, del riesgo, del espectáculo y otras, así como el evocativamente wallerteiniano sistema-mundo imperial, no se pueden separar de las relaciones de poder neocolonial, de la neocolonialidad del poder, de la diferencia neocolonial ni, mucho menos, del paradigma ontoepistémico-hermenéutico euroangloyanquicéntrico y su modo tecnoburocrático de organización societal, todo lo cual está siendo transversalizado, en el aquí y ahora, al menos por las siguientes temáticas:
·         La refundación insipiente del estadocratismo desarrollista, bienestarista, populista y asisten­cia­lis­ta, en estados sociocéntricos de derecho, de justicia y de democracia participativa y protagónica.
·         La construcción de nuevos e incipientes modos de relacionamiento de los estados consigo mismos y con la sociedad a la que pertenecen.
·         La resemantización de todos y cada uno de los momentos co-constitutivos de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo[1].
·         La constitución de nuevos sujetos-agentes-actores sociales dentro de los cuales se encuentran las multitudes étnico-populares, que han construido registros imaginarios, simbólicos y reales distintos a los del siglo pasado.
·         La construcción de nuevos ámbitos constituyentes de nuevas subjetividades, sensibilidades y nuevas formas de inserción en el sistema mundo imperial y en todos los momentos co-constitutivos de las sociedades nuestroamericanas, que han venido siendo ocupados multitudinariamente como escenarios concretos de convivencialidad y organización democrática protagónica y de forja cotidiana de nuevas formas de pensar, sentir y hacer geopolítica, geojusticia, geoeconomía, geocultura, geociencia…y, por ende, de geotrabajo societal.
·         La invención de lenguajes que están apuntando más a una práctica de la ruptura con el pasado, que a una con el presente y respecto del cual nos hacemos responsables.
Se trata de desafíos inéditos que están no sólo estremeciendo los cimientos oligárquicos de diversos países, sino planteándole a los dispositivos tecno-burocráticamente organizados que -como “la” universidad, “la” ciencia, “la” tecnología, “la” humanística y “el” trabajo social reducido a experiencias pilotos y academicistas- forman parte del patrón epistemológico euro-anglo-yanquicéntrico que se ha venido constituyendo como racionalidad instrumental, a la que son reducidas las relaciones con el mundo que nos ha tocado vivir.
Desafíos que, desde hace varios lustros, nos están retando a transitar los caminos de la refundamentación del trabajo social (ojo: no estoy proponiendo en modo alguno una segunda ni tercera reconceptualización, sino la construcción de nuevos puntos de partida no lineal ni ascendente para la invención del trabajo social de cara al siglo veintiuno) y de la búsqueda de estrategias de ruptura con la racionalidad euroangloyanquicéntrica que permitan deconstruir la arrogante hegemonía de la ciencia moderna, las tecnologías de la información y comunicación y la universidad; y sin perder la promesa que ellas generan y frustran al mismo tiempo, comenzar a abrir sin reparos, miedos, prejuicios, hegemonismos ni dogmas, las preguntas que deberán ser trabajadas, como materia prima, por los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que quieran aceptar el desafío de dar rienda suelta a sus poderes creadores recíprocamente alimentados con los poderes creadores de los pueblos y naciones de nuestra América.
Es así que el segundo decenio del siglo veintiuno seguramente podrá estar caracterizado por mayores y más intensas políticas de estado apoyadas en movilizaciones multitudinarias, significando con ello variables contexuales cualitativas de participación protagónica singular-colecti­va en los asuntos que, hasta el pasado reciente, eran reputados como objetos de responsabilidad exclusiva de las élites gubernamentales, empresariales, eclesiales y oenegeistas, y que hoy, cada vez más, parecieran estar siendo apropiados por las multitudes antes excluidas.
Claro está que el imperio y sus oligarquías y burguesías proconsulares, no serán testigos de piedra –como no lo están siendo ni lo han sido nunca- sino que seguirán injerenciando, de manera manifiesta o velada, en cada uno de nuestros países; ello en aras de recuperar y consolidar las posiciones relativamente perdidas en los años anteriores: así lo demuestran los golpes de estado contra Aristide (2004), pero también contra Chávez y Zelaya -para sólo mencionar algunos de los más recientes- pero sin olvidar la invasión militar a Panamá, la ocupación militar de Haití en 2004, el intento de golpe de estado contra Lugo, el asedio en marcha que el régimen de Washington mantiene contra Venezuela desde Colombia, así como la reciente instalación de sendas bases militares en Aruba y Curaçao y la inminente instalación de siete bases militares –además de las tres que ya existen- en Colombia...
Definitivamente, el imperio nunca duerme.
Fuente: Le agradezco a mi querida colega Nilsa Burgos, de Puerto Rico, haberme prestado esta foto.

Pero también podemos afirmar que hoy la revolución socialista nuestroamericana está más despierta que nunca.
Es lo que está revolucionando a la globalización neoliberal en su fase imperial, que está siendo defragmentada y resituada en una perspectiva que no enfoca punto final teleológico alguno, pues los pueblos y naciones de nuestra América no están tratando de llegar a ningún lugar. Sólo –me parece- quieren construir, significar, encarnar una nueva forma de aproximación al conocimiento y a la apropiación de lo real, a la construcción de sistemas políticos anunciadores de una tendencia definida a que los estados estadocéntricos y las sociedades estadofóbicas den paso a estados sociocéntricos, es decir societalmente centrados y, como reverso de la misma moneda, sociedades sociocéntricas de estado, es decir, sociedades integrales e inclusivas dispuestas a apropiarse del estado, el mercado, el escenario electoral y internacional y la historia presente, pasada y futura que les pertenece.
Y esta característica está apuntando a la discusión éticogeobiopolítica –todo un desafío para trabajadores sociales, trabajadoras sociales, cientistas y tecnólogos sociales y humanísticos- sobre los estados éticos, sociales de derecho y de justicia cuyo sujeto ya no es el sujeto cosificado de la carencia, sino el sujeto de derecho, el sujeto de dignidad, el sujeto de reconocimiento en el otro y por el otro, el sujeto de aspiración, el sujeto singular-colectivo que quiere inclaudicablemente autoafirmar su condición humano-social, su libre voluntad de compromiso con la realización plena de su deber ser (Barrantes 2005).
Ahora bien, si al inicio de esta comunicación evoqué el Manifiesto Comunista, hoy la disyuntiva, dramáticamente planteada por Rosa Luxemburgo a mediados del primer veintenio del siglo veinte: socialismo o barbarie, ha tomado cuerpo en países que, como la República Bolivariana de Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, han optado constitucional y multitudinariamente por una insipiente y asediada transición al socialismo denominado del siglo veintiuno y, con diversos matices unionistas, integracionistas e indoafroamericanistas pero esencialmente antimperialistas, acompañados por países como Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, la Honduras de Manuel Zelaya, algunos países anglófonos del Caribe, y Cuba.
A contrapelo de esta tendencia, un grupo de países ha optado por aferrarse a la vía capitalista bajo el auspicio de la ideología legitimadora del capitalismo: el neoliberalismo: Chile, Colombia[2], México, Panamá y otros a los que se han sumado países con gobiernos socialdemócratas neoliberalizados, conservadores y de derecha, como Perú y Costa Rica. Todos estos ostentando potentes movimientos de resistencia y pensamiento crítico antineoliberal.

El caso de la República Bolivariana de Venezuela. Breve exposición.
Dejemos de lado el campo de visión panorámica nuestroamericano para esquematizar algo de la historia venezolana reciente.
Decimos entonces que el siglo veinte venezolano fue el más corto de su historia[3] pues, con variantes, el estado colonial antimoderno se prolongó hasta diciembre de 1935 cuando ocurrió la muerte natural del general Juan Vicente Gómez a sus ochenta años cumplidos. Éste  fue dictador inmisericorde que, durante veintiocho años, aseguró la entrega de los recursos humanos y naturales a los intereses de las trasnacionales petroleras y del gobierno estadounidense. Su régimen marcó simbólica, imaginaria y realmente la historia política venezolana hasta diciembre de 1998, cuando, como producto de las relaciones agonales que condujeron a la implosión del sistema político-estatal venezolano, Hugo Chávez ganó masivamente las elecciones presidenciales, dando con ello inicio a una larga transición constitucional, inédita en nuestra América y en el mundo, hacia el socialismo de siglo veintiuno, signada por el pensamiento libertario y antimperialista de Simón Bolívar y de todos los precursores, héroes y heroínas de los procesos independentistas desde el sur del Río Grande hasta la Tierra del Fuego, pasando por Centroamérica y el Caribe hispano y anglofrancófono.
En febrero de 1936, el general López Contreras, que ostentaba el cargo de Ministro de Guerra y Marina desde julio de 1931 fue designado por el Congreso de la República, como presidente de la república en virtud de lo cual dictó la Constitución política de 1936, que significó el inicio de un proyec­to político nacional –para unos neogomecista y, para otros posgomecista- basado en un régimen de partidos y organizaciones de masas y la construcción de un estado de bienestar capitalista de corte roosevelt-keynesiano, signado por una fuerte política social orgánica de estado, pero muy ajustada a los escasos recursos presupuestarios y fiscales de la época.
A López Contreras le sucedió el general Medina Angarita quien, en 1945 fue derrocado mediante un golpe de estado, más militar que cívico, liderado por Rómulo Betancourt -quien truncó el proceso tendencialmente democratizador liderado por Medina Angarita, menos cautamente que por López Contreras, quien intentó tomar medidas nacionalistas y populares como la reforma agraria y el control estatal del petróleo.
En 1948 la dictadura socialdemócrata-betancourista fue sustituida mediante otro golpe militar que instauró la dictadura del general Pérez Jiménez, interesado en instaurar un proyecto tecnocrático de desarrollo capitalista fundado en grandes obras de infraestructura, empresarial y beleidosamente nuclear que profundizó la lógica del capitalismo en el estado, el mercado y la sociedad venezolana, hasta que, en enero de 1958, éste fue derrocado por militares revolucionarios y un movimiento social de masas. A partir de esta fecha, se instauró el régimen político bipartidista socialdemócratacristiano –de origen prevendario, proyanqui, burocrático y socioclien­telar- que durante cuarenta años propugnó el modelo de clase media ascendente y antipopular, basado en la forma de estado cepalino-desarrollista, bienestarista, asistencialista y clientelar, finalmente neoliberalizado a partir de 1989.
Fue así que, luego de los veintidós años que van de enero de 1936 a enero de 1958, años de inestable y turbulenta búsqueda, es decir, de errancias, violencia y represión del estado (neo)colonial contrapuesto a toda iniciativa de un modelo decididamente de desarrollo capitalista.
A partir de febrero de 1958 y hasta diciembre de 1998, asistimos a un arco temporal de cuarenta años que marcó varios momentos:[4] a) el relativo auge ideopolítico del denominado pacto de Punto Fijo y su resistencia –en el caso que nos ocupa: guerrillera a partir de 1961; b) el deslumbrante auge económico mediado por la nacionalización petrolera de 1974; c) conservación del modelo económico-político-partidista y pérdida de los fundamentos germanoideopolíticos socialdemócratacristianos (reducidos al pragmatismo ramplón, a lo políticamente adecuado según los códigos del régimen de Washington: consumismo, clientelismo, personalismo y asoberanismo de la partidocracia bipartidista), d) profundización de la pérdida del campo de visión estratégica del país nacional, y e) franco deterioro del sistema político-económico y de una larga agonía transicional e implosión a partir de 1983 y hasta 1989.
Caractericemos brevemente estos cuarenta años:
Se constituyó un modo estatal de resolver a realazos, es decir, con millones de dólares provenientes de la cornucopia petrolera, los problemas propios de la convivencia humana: la satisfacción de necesidades (carencias y aspiraciones) sociales y (eco)sistémicas políticamente inducidas aunque no menos mediatizadas, cuya estrategia distributiva fue la del embudo: la mayor tajada para la tecnocracia y clase gobernante y sus aliados, una tajada menor pero sustantiva para la clase media consumista, y el goteo de la renta petrolera para las clases populares, cuyo producto cotidiano generalizado y sostenido fue –medios de difusión masiva y élites eclesiales, sindicales y partidistas mediante- la cooptación de la conciencia política, la masificación del consumismo, el conformismo y el enrarecimiento de la responsabilidad individual.
Como consecuencia, la democracia, ya no digamos lincolniana en tanto poder del pueblo, con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo, sino la más reductivamente representativa (neo)liberal reducida a los eventos electorales quinquenales, fue vaciada de su contenido ciudadano, o, mejor dicho éste fue diluido en la práctica del consentimiento inducido de las masas con el proyecto modernizador capitalista que las integraba, como subalternas, por la vía de la redistribución del excedente petrolero y el consumismo; asimismo, aquella democracia quedó olvidada –a contrapelo de la frase atribuida a Jorge Luis Borges: “hay una cosa que no existe: el olvido” (Peláez, 2010)- de la necesidad de problematización de lo dado, que es condición de libertad.
Varios reduccionismos adquirieron sentido en Venezuela a propósito del proyecto modernizador a partir de 1936 pero fundamentalmente luego de 1958: aparte de que la figura mítica del Libertador fue elevada a lo cuasisagrado, la noción esencialista y hasta teologal del estado venezolano ocultaba su colonial fracturamiento caudillesco y debilidad simbólica y territorial de manera tal que el imaginario estatal creó un aparato burocrático –militar y asistencialista- reducido al simple gobierno centralista, éste al poder infraestructural del e­jecutivo nacional y sus adláteres posicionados del aparataje de la administración pública, el sistema político reducido a los partidos mayoritarios y éstos a sus maquinarias electorales, el escenario electoral a los convites quinquenales organizados por las élites; asimismo, la gelatinosa y prevendaria sociedad civil fue reducida a las organizaciones corporativas privadas: empresariales, religiosas, partidarias, sindicales y vecinales constituidas en exclusivos órganos de representación política y sociocultural, y, muy distantes hacia abajo de la escala del prestigio u honor social, una masa heterogénea y descoordinada de agentes populacheros que consumían, demandaban e intercambiaban satisfactores imaginarios, simbólicos y reales -líderes barriales, vecinales y eclesiales mediante- con partidos y gobiernos.
Recapitulando, la racionalidad total, que teóricamente pudiéramos decir que le es propia a la estatalidad de todo estado moderno y a todo actor que encarne la societalidad de lo social, la economicidad de lo económico, la culturalidad de lo cultural y la politicidad de lo político, es decir de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo, fue atrapada por la contingencia y, por lo tanto, reducida a la razón instrumental del mundo real concreto de la literalidad, la denotación y la mediatización de los fines por los medios, para las cuales todo esfuerzo de abstracción y resignificación, por más reales y necesarios que se reputaran, resultaban ser banales.
Contrariando, a nuestro juicio, la doctrina democrática, los sujetos-actores-agentes políticos predominantes se transformaron en maquinarias corporativas o tecnoestructuras empresariales, sindicales y partidarias involucradas indiferencialmente en la práctica de los poderes de clase y de estado y en la exclusión y cooptación de los movimientos populares, especialmente aquellos con potencialidades contestatarias o alternativas.[5]
En consecuencia, los intereses individuales y elitistas, equiparados al poder del privilegio, la corrupción y la impunidad, de honda raigambre en la historia venezolana[6], se impusieron, de una nueva forma, sobre el interés general que se pudiera expresar en la encarnación de una autonomía y capacidad de autogobierno de la sociedad civil como condición de ejercicio del derecho a participar no sólo activamente, sino, a ejercer el control ciudadano (vecinal, barrial, municipal, regional y nacional) sobre los centros de decisión en los diversos ámbitos de la economía, la política y la cultura del estado, la nación y la sociedad venezolana.
La democracia lincolniana del gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo no estuvo contemplada en el proyecto político que comenzó a cristalizar en la Constitución de 1936 ni, tampoco, en el socialdemócratacristiano que se instauró a partir de 1945, en aras de la ideología clasemediática propia de la socialdemocracia eurocéntrica, radical por aquellos años.
Recapitulando,
a)      La democracia del pueblo, con el pueblo, por el pueblo[7] y para el pueblo nunca ha estado en la agenda políticocultural venezolana. Y esto es un elemento que pesa demasiado en la construcción de algo inédito, es decir, nunca visto ni imaginado antes de lo que se está intentando, apenas, construir desde hace once años en nuestra república.
b)      El ensayo democrático representativo bipartidista del proyecto modernizador venezolano, inicialmente capistalistizado a la usanza roosevelt-keynesiana y luego neoliberalizado durante los años noventa del siglo pasado[8], no logró desarrollar una organización humana que recubriera el cuerpo entero de la sociedad venezolana, irrigara sus más recónditos intersticios y le diera vigencia cotidiana a nuestras leyes, costumbres, deberes, derechos, e instituciones.[9]
Por el contrario, el desencanto producido por las promesas no cumplidas de la democracia representativa socialdemócratacristiana y el bipartidocratismo clientelar y caudillesco se tradujo finalmente en pérdida de credibilidad, escepticismo y apatía generalizada por haber suscitado ilusiones de certidumbre, homogeneidad, bonanza y armonía sobre la base del modo, políticamente no problematizado, de resolver a realazos (es decir a billetazos y monedazos) petrodolarizados, los problemas de la convivencia en sociedad.
Estas son algunas de las pequeñas grandes insuficiencias –no exentas de perversidades y patologías, muchas de ellas asumidas como normales- que marcaron los alcances y límites de la democracia representativa venezolana, especialmente en la última mitad del siglo veinte. Fueron las razones por las que su crisis terminal y sus estertores marcaron –a partir del denominado caracazo en 1989 y hasta 1998- la voluntad de millones de venezolanos por la búsqueda de un futuro cuyo punto de partida era y es la ruptura con un sistema político, cultural, ideológico y simbólico y un régimen bipartidocrático y elitista al que nunca ya más nunca se tendrá como punto de retorno alguno.
Chávez fue y sigue siendo producto –no necesariamente exitoso- de esta ruptura histórica –no lineal ni progresiva, es decir no cartesiana- de las multitudes venezolanas. Su inserción en el sentimiento étnicopopular sigue siendo la argamasa de su liderazgo y del amor humanista que el pueblo en proceso de organización éticogeobiopolítica le va profesando en aras del cumplimiento de sus promesas electorales, gubernamentales y constituyentistas, todas y más hoy en marcha.
La nueva época de la venezolanidad, del bolivarianismo, de la indoafroamericanidad, en fin, la sureñidad del sur que se está epistemo-onto-hermeneutizando[10], viene significando una multiplicidad de procesos –insólitos, inefables, banales, promisorios y, por lo tanto, mayéuticos, frónéticos y estructurantes, siempre insipientes- en todos los ámbitos, dimensiones, esferas, espacios y espesores de la vida nacional; entre estos los siguientes:
1.      Reconstitución radical de las relaciones de poder entre las fuerzas políticas.
2.      Resignificación de los poderes imaginarios, simbólicos y reales de los actores sociales, políticos, económicos, militares, eclesiales, culturales, estudiantiles, obreros, partidistas, étnicos y populares sobre la base ético-geo-estratégica del protagonismo integrativo.
3.      Reconfiguración de las identidades y diferencias, contradicciones y antagonismos, disensos y consensos, carencias y aspiraciones sociales.
4.      Agudización de un enconado, difícil y doloroso reacomodo de los estilos y modos de vida, cuya base de sustentación también está siendo objeto de modificaciones estructurales: el mercado que, paradójicamente desde hace décadas viene siendo sometido a procesos de concentración y segmentación por los mismos capitalistas como estrategia de incremento compulsivo del consumo y de la tasa de ganancia, pero también de relegitimación política frente a la masiva receptividad que viene ostentando el discurso de la construcción del socialismo del siglo veintiuno.
5.      Construcción de nuevas representaciones singular-colectivas sobre la nacionalidad, la estatalidad, la socialidad, la culturalidad, la politicidad, la etnicidad, la economicidad, la colectividad, la cotidianidad, la interregionalidad, la internacionalidad, la mundialidad.
6.      Fragua y revaloración larga y difícil del nuevo estado venezolano, cuya integralidad e inclusividad (unidad en la diversidad) en marcha sigue pasando, por un lado, por el refacultamiento y habilitación exitosa de las instancias formales e informales de la sociedad venezolana (diversidad en la unidad); y, por otro lado, por el cambio del modo de relacionamiento del estado consigo mismo y con las instituciones y organizaciones civiles y, por lo tanto, del modo de resolución de los problemas propios de la convivencia en sociedad y los del ecosistema terráqueo.
Dicha forja sigue transitando por una fase -esperamos más de me­diano que de largo plazo- de recentramiento político y estatal sobre bases distintas a las de los años noventa del siglo veinte. Sin embargo, se trata de un definido cambio de timón ante los efectos desintegradores provocados por los puntos siguientes:
6. a) El descuartizamiento –disfrazado de descentralización democráticorrepresentativa- territorial, económico, cultural, social y político a que venía siendo sometida la república en aras de preservar los intereses de la oligarquía y el imperio.
6. b) La tardía reforma formal de la materialidad del estado venezolano, tal como se intentó practicar con más contramarchas que marchas durante el último decenio del siglo pasado.
6. c) La crisis terminal del sistema estatal desarrollista-cepalino y su régimen partidocrático-bipartidista que, nacido a partir de 1958, implosionó en 1989 con el tristemente célebre Caracazo y murió, jurídica, política, ética, imaginaria y simbólicamente a finales de 1998 con el masivo triunfo electoral de Hugo Chávez.
6. d) Las inestabilidades, incertidumbres y antagonismos pro­pios del reacomodo de los poderes de clase y de estado, provocados a propósito del proceso humano-social, político y económico-cultural en marcha.
Mucha agua ha corrido bajo el puente desde 1998 y el balance histórico es –nos parece- innegablemente positivo más allá de las errancias, omisiones y equívocos que están ante el ojo avisor de la contraloría comunal que, en su diseño praxiológico, es decir, práctico empírico, apunta a la construcción multitudinaria de un nuevo punto de partida no lineal y no progresivo, es decir, de una nueva plataforma político-cultural e ideológico-simbólica que marque una ruptura radical sistémica en la historia venezolana y fundamentalmente con la racionalidad y, más precisamente con la epistemología, ontología y hermenéutica angloeuroyanquicéntrica.
Pero los albores del siglo veintiuno –aún a once años de su inicio cronológico- no nos facultan sino para afirmar que la República Bolivariana de Venezuela no puede considerarse más que en incipiente, ambivalente y frágil (aunque cada vez más parece ser menos incipiente, menos ambivalente y mucho menos frágil y, por lo tanto, cada vez más fuerte, consistente y potente) proceso de instauración, consolidación y, utopía mediante, de redespliegue humanizador del país nacional, definido en la Constitución como un estado social de derecho, de justicia y de democracia participativa y protagónica.
Se trata de un proceso revolucionario en el que podemos visualizar prolegómenos de una doble ruptura (nos aventuramos a pensar en una triple) no sólo en el sentido bachelartiano (Santos 1996:46), sino también en el originario sentido aristotélico de la fronesis y, por lo tanto, no cartesiano[11], de carácter políticosocial, económico-cultural, ético-estético y moral que contiene en sí mismo la posibilidad contradictoria de la fuga a algún pasado u origen mítico o a cualquier futuro virtual, ya sea con signos escépticos, derrotistas u optimistas, en especial si consideramos que las salidas a las crisis capitalistas y a las innovaciones tendencialmente socialistas están determinadas no sólo por los propios términos que las suscitan, sino, también porque estamos atados sicoanalíticamente a la repetición –repetición que por lo demás, a pesar de Freud y Lacan, no es ineluctable en modo alguno[12]- de nuestras formas de pensar, oír, hacer, sentir y so­ñar, que son las mismas que condujeron a las situaciones respecto de las cuales deseamos producir procesos de ruptura.
No es casual que Marx (s. f.: 9) haya escrito que “Los hom­bres hacen su propia historia (aunque no sepan qué historia es la que hacen, C. B.), pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circuns­tancias elegidas por ellos mismos, sino bajo (aquellas) en que se encuentran directamen­te, que existen y les han sido legadas por el pasado”, y, condición imprescindible para la concreción de lo real, en vinculación orgánica con la conciencia y voluntad societal, el estado de la producción de conocimientos y saberes (fuerzas productivas) y las cambiantes correlaciones de fuerzas políticas, sociales, económicas y culturales (relaciones de y en la producción) CITAR SOBRE LOS FANTASMAS DEL PASADO Y LIGAR CON ESTE PÁRRAFO: La singularidad comprobada de los acontecimientos históricos ha hecho que se afirme —sin lugar para la apelación— que «[...] la historia no se repite». Sin embargo, y estando de acuerdo con esa afirmación categórica, es innegable que en los procesos históricos (sean estos uni­versales o nacionales) cada cierto tiempo uno se topa con situaciones que aún manteniendo la estricta especificidad de sus determinaciones históricas, ponen de manifiesto sustantividades ya conocidas o vividas en el pasado. Debe ser por eso por lo que también se ha afirmado que «[...] la historia sí se repite»; a lo que Carlos Marx, siguiendo a Hegel, agregó: «[...] que una vez se repite como tragedia y otra como farsa».
. Tampoco es casual que Oscar Wilde dijera, a fines del siglo diecinueve, que "…los hombres emprenden la tarea de remediar los males…con remedios (que) son parte de la enfermedad (que pretenden curar)"[13]. Pero mucho menos casual es que Gramsci haya metaforizado la crisis histórica como "…el hecho de que lo viejo está muriendo y no acaba de morir y lo nuevo aún no puede nacer; en este interregno aparece una gran variedad de síntomas morbosos" (Offe, 1990).
Más recientemente Mészáros (2009), ha hecho referencia a la dificultad del cambio societal sistémico, sea, la racionalidad que se entremezcla con la teoría de la confabulación de los accionistas herederos suprasistémicos del sistema capitalista (ver Estulin 2005, Chomsky 2003, 2004, Blum 2006):
“Cuando el sistema no logra controlar las manifestaciones de disidencia, y al mismo tiempo no es capaz de entendérselas con sus causas originarias, en estos periodos de la historia aparecen en escena no solamente figuras y remedios fantasiosos, sino también los “realistas” del rechazo represivo de toda crítica”. Mészáros (2009), La crisis estructural del capital, pág. 95, Ministerio del Poder Popular para la Comunicación y la Información, Caracas. www.minci.gob.ve/publicaciones@minci.gob.ve/

Mészáros lo que significa es que cuando se trata del Poder –que transversaliza todo el sistema de relaciones societales capitalistas- mejor dicho del Megapoder capitalista, no hay inconciente, humanidad, patología, cosmología, teología, modernidad ni posmodernidad, formalidad o anarquía, micro(macro)física del poder que tenga validez frente a los fines que justifican los medios de la reproducción del poder capitalista tal cual. Falta afinar este párrafo
A este respecto, dos hitos históricos están señalizados paradigmáticamente en la historia mundial reciente:
·        El primero en 1947, cuando el estado de bienestar de posguerra se estaba consolidando en Inglaterra y Europa alimentado por la ciencia planificadora de la sociedad instaurada a partir de 1917 en la antigua Unión de Repúblicas Soviéticas (URSS), el imponderable economista von Hayek convocó a los intelectuales del mundo que, en coincidencia con su adversidad al estado de bienestar keynesiano y al New Deal roosveltiano, se sintieran convocados a una reunión en Mont Pelerin en Suiza, en donde se fundó una especie de francomasonería neoliberal, altamente sintonizada y organizada, con reuniones bianuales. Su propósito fue combatir el keynesianismo y la solidaridad reinantes, así como preparar las bases de otro tipo de capitalismo, duro y libre de reglas para el futuro (Sader, Gentili 1996).
·        El segundo en 1954, cuando unas trecientas personas de las más poderosas del mundo se reunieron, bajo el patrocinio de las familias real de Holanda y Rockefeller de Estados Unidos, en el lujoso Hotel Bilderberg, en Ooesterbeck, Holanda. Allí se decidió el futuro del mundo. Desde entonces anualmente se reúnen en algún hotel de cualquier país para decidir sobre la humanidad (Estulin, www.bibliotecapleyades.netarchivos_pdfsecretos_bilderberg.pdf).

II ACÁPITE
En Venezuela como en diversos países nuestroamericanos está planteada la lucha contra el viejo sistema oligárquico proconsular y neoimperial que se resiste a morir y, por ello, continúa dando coletazos cada vez más desesperados, violentos y fragmentados pero muy bien financiados por el régimen de Washington; y esto seguirá sucediendo y alentándose, hasta que una nueva configuración societal de relaciones socialistas de siglo veintiuno se consolide y desarrolle multitudinaria, participativa y protagónicamente en pos del sueño utópico concreto del sueño de Simón  Bolívar: hacer de Venezuela y de la Patria Grande indoafrocaribeña una sociedad Reina de Naciones, en la que el gobierno hecho estado y el estado hecho gobierno asegure a todos sus ciudadanos la mayor suma de democracia, justicia, seguridad social y felicidad societal; sueño que ha tenido un grado de concreción en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela cuando ésta constituye a los ciudadanos y a las ciudadanas en sujetos de derecho y de justicia y en poder étnico-popular para ejercer generativamente el derecho a la contraloría social sobre las políticas y a exigir de sus representantes el rendimiento de cuentas públicas, transparentes y periódicas de acuerdo con el programa previamente presentado y aprobado colectivamente, al inicio de la gestión al nivel de que se trate.
Mientras el itinerario de esa larga y laboriosa transición bolivariana hacia el socialismo de siglo veintiuno (que no sabremos cuándo podrá cristalizarse, aunque creemos, con Sandino, que estamos colocando los primeros cimientos) va marcando los hitos de su propia historia, veamos esquemáticamente las siete directrices generales que orientan el proyecto político nacional de desarrollo socioeconómico 2007-2013 (http://www.gobiernoenlinea.ve/):
1) Nueva ética socialista: propone la refundación de la nación venezolana, la cual hunde sus raíces en la fusión de los valores y principios más avanzados de las corrientes humanistas del socialismo y de la herencia histórica del pensamiento antimperialista de Simón Bolívar.
2) La suprema felicidad social: A partir de la construcción de una estructura social incluyente, un nuevo modelo social, productivo, humanista y endógeno, se persigue con el afán de que todos vivamos en similares condiciones, rumbo a lo que decía El Libertador: la suprema felicidad social.
3) Democracia protagónica revolucionaria: para esta nueva fase se consolidará la organización social en aras de redesplegar la independencia, la libertad y la fuerza singular-colectiva del poder originario.
4) Modelo productivo socialista: Con el fin de lograr trabajo significante, se buscará la eliminación de su división social, de su estructura jerárquica y de la disyuntiva entre la satisfacción de las necesidades humanas y la producción de riqueza subordinada a la reproducción del capital.
5) Nueva geopolítica nacional: La modificación de la estructura socio-territorial persigue la articulación interna del modelo productivo, a través de un desarrollo territorial descentralizado y desconcentrado, definido por ejes integradores, regiones-programa, un sistema de ciudades interconectadas y un habitat sustentable.
6) Venezuela: potencia energética mundial: El acervo energético del país posibilita una estrategia que combina el uso soberano del recurso con la integración regional y mundial; el petróleo continuará siendo decisivo para la captación de recursos del exterior, la generación de inversiones productivas internas, la satisfacción de las propias necesidades de energía y la consolidación del modelo productivo socialista.
7) Nueva geopolítica internacional: La construcción de un mundo multipolar implica la creación de nuevos polos de poder que representen el quiebre de la hegemonía unipolar, en la búsqueda de la justicia social, la solidaridad y las garantías de paz, bajo la profundización del diálogo fraterno entre los pueblos, su autodeterminación y el respeto de las libertades de pensamiento.
Veamos también dos indicadores que nos direccionan hacia la concreción del sueño de Bolívar, gracias a la política orgánica de inclusión societal del estado venezolano, de los que se des­prenden otros tantos, pero que sólo enumeramos sin pretensiones de exhaustividad (http://www.ine.gov.ve/pobreza/Medicion.pdf):
De acuerdo con el índice de Gini[14], América Latina es el continente más desigual del mundo. Dentro de los países más desiguales están Brasil, Chile y Argentina en donde la diferencia entre el 10% más rico y el 10% más pobres es, hoy, no menor al 30 a 1 en contraste cuando esa diferencia en los tiempos de sus dictaduras más sangrientas era de menos del 20 a 1 (Argentina: 13 a 1; Chile: 19 a 1; Brasil: +20 a 1). En contraste con estos y todos los países en donde el neoliberalismo causó estragos en la democracia, la economía y la redistribución del ingreso, estragos que siguen siendo un pesado fardo en el tiempo histórico de esos países, Venezuela hoy en 2010, aparece como el país más igualitario en la distribución de la riqueza de nuestra América, pues pasó de 0,48 en el año 1998 a 0,40 en 2009, con incremento del índice de igualdad como ningún país nuestroamericano, es decir, ubicándose con el coeficiente más bajo de desigualdad al sur del Río Grande.
·         De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del PNUD, que permite medir el grado de adelanto de los países en lo que concierne a las capacidades básicas que permiten a la población obtener una larga vida socialmente útil, saludable y con acceso permanente a la educación. Para medirlo se reúnen tres dimensiones: salud o esperanza de vida, logro educativo, e ingreso. De acuerdo con estimaciones del Instituto Nacional de Estadística de Venezuela (INE), el desarrollo humano, es decir, la calidad del modo de vida de los venezolanos ha mejorado sostenidamente, en especial desde el año 2004, cuando se ubicó en el rango alto del índice, que va de 0,80 a 1, y que es el más deseable para el PNUD, para ubicarse en 2008 en un índice de desarrollo humano de 0,8277 y en 2009 en 0,844, cada vez más próximo a uno. Desde 2005, Venezuela se ubica en el rango alto del IDH, especialmente en educación, salud y por el incremento significativo en el nivel de ingreso de los hogares pobres. En menos de una década Venezuela pasó del nivel medio al nivel alto del Desarrollo Humano.
Lo anterior debido a la misión[15] asignada al nuevo estado venezolano que, por primera vez en la historia venezolana, mantiene una política de desarrollo socioeconómico integral orgánica de estado, cuya noria es la inversión social a través de las Misiones Sociales de salud, educación, vivienda y hábitat, alimentación, cultura, identidad, Madres del Barrio, Barrio Adentro I, II y III; infraestructura y vialidad, soberanía agroalimentaria, financiamiento y desarrollo tecnológico a micro, pequeña y mediana escala con especial atención a la mujer y las unidades domésticas, y un muy largo etcétera, inversión que representa cerca del 60% del presupuesto de ingresos fiscales del país, que durante estos doce años superan los US$ 500.000.000.
Ello a partir del inicio del proceso constituyente en marcha sostenida -cuyo proyecto político nacional es la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y cuya estrategia maestra es el Plan Nacional "Simón Bolívar" de Desarrollo Económico y Social 2000-2007-2013, que ha permitido, entre muchas cuestiones que sería muy largo enumerar aquí, una pocas siguientes (http://www.ine.gob.ve/):
Equiparar el salario mínimo rural al urbano y elevar el salario mínimo venezolano de $185 en 1998 a US$ 1.230.[16]
·         Indexar las pensiones y jubilaciones al incremento sostenido del  salario mínimo.
·         Masificar las transferencias monetarias directas como becas y facilidades de estudios gratuitos en todos los niveles del sistema educativo, desde el prescolar, la primaria, la secundaria hasta la universitaria de grado y posgrado.
·         Universalizar la jornada escolar de cuatro a ocho horas en las escuelas fundadas en las comunidades escolares integradas por los padres y representantes en conjunto con los consejos comunales y comunas de que se trate.
·         Universalizar la Misión Alimentación que ha ampliado la cobertura desde 252.000 niños en 1998 a más de 4.000.000 en 2009 (faltan aún 2.000.000 de niños en 2010) que reciben dos comidas diarias más la merienda en las escuelas y liceos bolivarianos.
·         Incremento de la población con acceso al agua potable del 82% en 1998 al 94% en 2009.
·         Reconocimiento salarial mínimo al trabajo doméstico de las madres de familia.
·         Estimular la intermediación bancaria privada, mejor dicho, capitalista y estatal tendencialmente socialista, de apoyo financiero y tecnológico a favor de la expansión para empresas formales con menos de cinco empleados (antes invisibilizadas por el término tercer sector o sector o economía informal), cooperativas de producción de valores tangibles e intangibles de cambio y de uso, y el énfasis en la creación de empresas estatales de producción social, y socialistas agrícolas, industriales y de servicios, y medianas y grandes empresas privadas y colectivas.
·         Lucha frontal contra el latifundio (<5000 hectáreas ineficientes, no productivas u ociosas), la pesca de arrastre marítima y fluvial, la industria extractiva de todo tipo antiecológica y contra la especulación, el acaparamiento y el contrabando de productos especialmente alimenticios y de primera necesidad hacia Colombia, así como contra el narcotráfico proveniente de este país con rumbo a Estados Unidos y Europa (actividad exitosa certificada por la ONU).
·         Socialización tendencial de la cadena de producción, distribución y consumo masivo de productos agroindustriales y alimentarios y eliminación de la corrupción, especulación y el acaparamiento por parte de las elites mafiosas comerciales e intermediarias, lo que ha he­cho posible reducir la pobreza desde el 70% en 1998 al 27% en 2010.
·         Nacionalización socialista (que no es estatización con base en la Constitución de 1999)
·          de empresas extractivas y de servicios básicos, hoy en poder de comunidades organizadas
·          en comunas que vienen eficientizando la e­co­­nomía e incrementando la generación de empleo de calidad y el control comunal del pro­ceso en la producción, lo cual redujo el desempleo desde el 15% en 1999 a 7.5% en el pri­mer trimestre de 2009 y, como producto de la crisis mundial actual, al 8.5% en el segundo semestre de 2009, y en enero de 2010  al 10.2% (en España el desempleo en enero de 2010 estaba en 21.9%, en Estados Unidos en 9.7% y Chile en 8.6%, todos ellos con tendencia a su incremento y a la desaceleración económica que alcanza, vgr., a diez puntos como México, mientras que en Venezuela la caída de la economía fue de tan sólo 2% en 2009).





·          Nacionalización de ocho bancos
·          y encarcelamiento de varios involucrados en delitos de apropiación indebida de las cuentas de sus cuentahorristas, y liquidación de varios bancos involucrados en prácticas fraudulentas y adquisición de capitales no justificados (octubre de 2010).




















Asimismo, de varias empresas agropecuarias trasnacionales incursas en procesos penales por especulación, acaparamiento y usura.[17]
·         Reducción del promedio inflacionario al 21%, notablemente inferior al 96%” alcanzado durante el decenio de los noventa del siglo pasado. Si bien en Venezuela la inflación tiene un alto componente especulativo, acaparador y manipulador, también es oportuno señalar que la inflación acumulada para julio de 2009 fue de 13,1%, mientras que en el mismo periodo del año anterior fue de 17,3%.
·         Reducción dePorcentaje de los hogares en pobreza extrema, por línea de ingreso, segundo semestre 2009: 6,0 l porcentaje de empleo en el sector estatal a enero de 2010 al 19.4%, lo que indica un incremento –bastante cuestionado por opositores y algunos sectores gubernamentales- y en la eficiencia y efectividad de la organización y del funcionariado oficial.
·         Estabilización de las reservas internacionales en US$ 30.000.000[18].
·         En el campo comunicacional, para noviembre de 2010 de los ciento quince diarios y de las seicientas cuarenta y dos emisoras de radio nacional y regional, el 98% eran opositoras al gobierno. De las ciento setenta televisoras privadas incluyendo la suscriptoras por cable, el 90% eran opositoras al gobierno. En contraste con la realidad anterior, sólo existían treinta y siete televisoras y radios comunitarias, no todas “adeptas al régimen chavista”[19], y sólo doce medios eran efectivamente calificables como público-estatales, datos estos últimos que dan cuenta de la hegemonía que secularmente ejercen los medios privados de propaganda sicológica, de formación subliminal de matrices de opinión masiva y de guerra de cuarta generación (Lanz, Carlos 2008, Rodríguez 2005, Buen Abad 2005, Mészáros 2003, MPPCI 2005 y 2006, Estulin, Daniel 2005 y 2009, Kent 1978).
Y como el plan de contingencia del estado venezolano ante la crisis del capitalismo global imperializado resultó exitoso, la República Bolivariana de Venezuela cerró el año 2009 como el año número seis de crecimiento económico sostenido, cumpliendo así las metas del milenio establecido por la ONU y que muy pocos países en el mundo han cumplido (http://­www.­go­bier­no­enlinea.­ve/­misc­-view/sharedfiles/Metas_Milenio.pdf).

Los y las agentes del trabajo social están desafiados. Innovación o Repetición

En la República Bolivariana de Venezuela –como en los países que –Allende mediante- han optado constitucionalmente por el socialismo del siglo veintiuno- la crítica al capitalismo, a la racionalidad euroangloyanquicéntrica, a su ideología legitimadora: el (neo)liberalismo y a la (neo)pos­mo­der­ni­dad neoconservadora – hoy imperializada sin más argumentos que la del poderío termonuclear indiscutible, ha venido permitiendo poner en escena el reconocimiento respetuoso, la validación y el redespliegue militante de los saberes étnico-populares (urbanos, campesinos, indígenas, afrodecendientes, pero también africanos, asiáticos y mediorientales), secularmente subalternizados por la lógica, hoy imperial del capital.
Es así que en el siglo veintiuno está planteado el encuentro fronético[20] y, por ello, multidimensionalmente enriquecedor y potenciador de conocimientos científicos y saberes étnicopopulares, en la praxis societal misma y no exclusiva ni reductivamente en los claustros universitarios: ámbitos privilegiados de La ciencia social y humanística tecnoburocráticamente organizada dentro de la cual contamos El trabajo social que se debate sin solución de continuidad aparente, entre el tradicionalismo asistencial-cientificista y el universitarismo pragmatista.
Dentro del mencionado encuentro dialógico de saberes étnicopopulares, conocimientos científicos e intercivilizacionales, encontramos, al menos, los siguientes rasgos:
·         Nuevos y profundos cambios que se vienen produciendo en la cartografía política, social, cultural y económica venezolana, encarnados por densos conglomerados humanos que están construyendo y redesplegando nuevas subjetividades, ilusiones, aspiraciones y espiritualidades, nuevos imaginarios, mitos, sueños y absolutos siempre relativos.
·         Configuración de nuevas formas de interpelación política, social, cultural, científica, religiosa e ideológica; asimismo, de nuevas articulaciones del estado, el sistema político-cultural, el mercado y la sociedad civil (que no se puede reducir a las oenegés dependientes del financiamiento extranjero y trasnacional neoliberalizador) ahora fundadas sobre lo micro y comunitario, lo nuclear y lo multitudinario.
·         Construcción incipiente, pero en proceso de consolidación y expansión- de un nuevo modo estatal-societal integral de satisfacción multidimensional y multisemántica de necesidades[21] con el desiderato humanizador de la sociedad venezolana consigo misma y con la Madre-Patria Tierra.
·         Nuevos espacios y tiempos de alimentación multidimensional del modo incipiente de demandas de servicios, antes considerados asistenciales, compensatorios y, hoy, problematizados políticamente como derechos constitucionales, que han rebasado el campo tradicionalmente cientifizante, profesionalizante y tecnificante del trabajo social y demás ciencias-técnicas sociales y humanísticas.
·         Nuevos y profundos cambios en la relación de la universidad (fuertemente metodologicista, cientificista, pragmatista, tecnicista y esencialmente reproductora de la neomo­dernidad-neocolonialidad-neoimperialidad) con la sociedad a la que aquella pertenece. Específicamente en la relación de las escuelas de trabajo social, fuertemente signadas por el asistencialismo y tradicionalismo, a veces a ultranza y muchas veces disfrazado de un cómodo criticismo y progresivismo universitarista, fuertemente administrativista, pragmatista, operativista, tecnocratista y asistencialista.
Se trata, en fin, de referentes empírico-político-culturales que están interpelando sobre lo siguiente:
1)      La inventiva de nuevos modos de actuación de los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales que, al igual que amplios grupos de agentes de la pedagogía, educación, sicología, promoción, gestión, planificación, terapia sociales así como de técnicos superiores y licenciados de otras áreas del saber, están implicados en la satisfacción de carencias y el potenciamiento de aspiraciones singular colectivas, proceso multidimensional de expectativas crecientes que no es propiedad de ciencia o tecnología, disciplina o profesión, arte o artesanía, oficio o vocación, técnica o gestoral, social o humana, alguna.
2)      El reconocimiento de la fragua de un trabajo societal que viene siendo realizado por otros medios no academicistas ni tecnoburocráticamente organizados; se trata de un trabajo societal práctico-empírico muy incipiente, que –con carácter eticogeobiopolítico- está siendo realizado por amplios colectivos de artesanos y artesanas, constructores y constructoras, lu­chadores y lu­cha­­doras, líderes y liderezas, emprendedores y emprendedoras so­cia­les, productores y productoras de procesos económicos, familiares, políticos y culturales especialmen­te comunitarios, cuyo particular tipo de razonamiento lógicosocial o socio-lógico, articulado a la si­n­gu­laridad de sus inserciones en la trama societal –vgr., mediante mesas técnicas de salud, agua, electricidad, vialidad, alimentación y soberanía alimentaria, así como asambleas de barrio, consejos comunales, parlamentarismo de calle, etc.- pareciera estarles potenciando un modo de toma de decisiones singular-co­lec­ti­vas sustentadas en el diálogo fraternamente crítico-au­to­crí­tico, en la deliberación sensible­men­te razonada y racionalmente sensible, a partir de una multiplicidad de posicionalidades y miradas, especialmente multiétnicas y pluriculturales.
Se trata de un desafío histórico crucial y, por lo tanto, neuronal, especialmente para los y las colegas que viven, por un lado, subsumidos en las urgencias del día a día su modo de comunicación quejumbroso, y, por otro lado, obnubilados por el bombardeo mediático, o, lo que es lo mismo pero con sentidos filosófico-políticos más amplios, alienados, en el sentido de Marx.
Pero también es un reto para el grupo de colegas que ha optado por la vía socialista de siglo veintiuno, pues esta inventiva está plagada de estalinismo, facismo, partidocratismo, voluntarismo, oportunismo, corrupción, tradicionalismo, oligarquismo, elitismo, burocratismo…
Pero también es un reto para quienes -al mismo tiempo que minimizan y ocultan las desvirtudes del capitalismo y su ideología legitimadora: el liberalismo neoconservador, neomodernizado, neohumanizado, neomercadista, neoimperial, sobrestiman y esencializan sus virtudes…, a propósito de lo cual se procura relegitimar y reinstitucionalizar, como norma del sistema, la actividad de todos y cada uno de los espesores, dimensiones, esferas, campos y momentos de la vida en sociedad, actividad de la que forma parte la formación y ejercicio del trabajo social.
En fin, se trata de un reto para quienes se encuentran en incipiente búsqueda de estrategias de articulación de la sabiduría étnico-popular con el carácter segregante y elitista de la ciencia y la universidad, fundamento de un incipiente modo de produc­ci­ón, circulación y consumo de conocimientos y saberes prácticos, esclarecidos, prudentes y sabios que den sentido, direccionalidad y significado a un nuevo modo de ser, mirar, sentir, pensar y decir en el mundo que nos ha tocado vivir pero que queremos transformar desde sus raíces mismas.
No obstante que la formación y práctica del trabajo social en Venezuela, al igual que en diversos países de nuestra América, lleva la marca de los imaginarios asistencialistas, bienes­ta­­ristas y desa­rro­llis­tas, es posible pensar que los esfuerzos por producir saberes-sabios ético-es­tético-geo-bio-políticos nos puedan abrir caminos a la refundamentación del campo pro­­ble­má­tico que es el trabajo social mismo, a la constitución de éste en una práctica societal libe­ra­do­ra, emanci­pa­do­ra, des­imperializadora; asimismo, a la construcción de los fun­da­men­tos de una e­pis­temo­lo­gía del indicio y del acompañamiento a los sujetos étnico-populares singular-co­lec­ti­vos en los habitáculos en donde inten­tan realizar sus proyectos de repro­duc­ci­ón y de vida; e­llo a fin de ir en­car­nan­do, cotidianizan­do, socializando un proyecto ético-estético-geo-bio­po­­lí­­ti­co pero tam­bi­én on­to­-epistémico y hermenéutico de pro­duc­ción, circulación y consumo de cono­ci­mien­tos cien­tí­ficos y saberes étnicopopulares en el proceso mismo de creación, traducción, satisfacción y potenciación de necesidades (carencias y aspira­cio­nes) societales y terráqueas que, como que­dó dicho, no es propiedad de disciplina humanística, científica, ingenieril, tecno­ló­gica o ges­to­ral alguna.
Pero nuestro reto de siglo veintiuno no es darle continuidad a lo que quedó pendiente y tampoco hacer realidad hoy lo que pudo haber sido y no fue de las tendencias denominadas reconceptualizadoras, sino que, dentro del proyecto continental que nuestros pueblos, etnias, clases y naciones han puesto en marcha de cara al siglo veintiuno, nuestro desafío es refundar, resignificar, resemantizar el campo problemático que es el trabajo social mismo.
Y si logramos tra­bajar inventivamente el punto inestable que nos separa y divide de las propuestas societales (Barrantes, 2006 c, d) de innegable fundamento étnico-popular y civilizatorio, que está estremeciendo los cimientos oligárquicos -modernos, neomodernos y hasta posmodernos pero todos ellos proconsulares- de gran parte de nuestros países, estaremos los y las agentes de eso que llamamos trabajo social, colocándonos en situación de poder comenzar a deconstruir la arrogante hegemonía de la ciencia moderna pero sin hacerle perder a ésta la promesa originaria que genera y frustra al mismo tiempo; asimismo, estaremos en condiciones de comenzar a configurar un nuevo modo de producción, circulación y consumo de conocimientos científicos y saberes étnico-populares que, siendo prácticos no dejen de ser esclarecidos y siendo sabios no dejen de estar socialmente producidos, pero fundamentalmente demo­crá­ticamente distribuidos (Santos, 1996; Morin, 1994) en el proceso mismo de creación, traduc­ción y satisfacción de necesidades (carencias y aspiraciones) sociales (singular-co­lec­ti­vas) y sistémicas (la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo dentro de la cual inclui­mos a la Naturaleza, la Madre Tierra Patria, la Pachamama, pues ella –evocando muy mediatizadamente a Marcuse (1971:307)- determina la historicidad de la reproducción, revaloración y de redespliegue de la vida en sociedad, no importa si se vive en la euroangloyanquimanía -burbuja desterritorializada, desocializada y antihistórica pero burbuja al fin- o si se vive en nuestra América.
Quedo a disposición de quienes tengan a bien alimentar mi esfuerzo reflexivo, sin cartabones, sin paradigmas, pero no sin principios socialistas y humanistas del siglo veintiuno.

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§ Versión revisada y amplificada de la ponencia magistral que fue presentada al XIX Seminario Latinoamericano de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social (ALAEITS), Guayaquil, 4-8 de octubre de 2009.
© Trabajador social (Universidad de Costa Rica) con estudios de especialización en política social, maestría en planificación social y doctorado en estudios del desarrollo (CENDES-Universidad Central de Venezuela). Autor de tres libros sobre economía popular, microempresas y oenegés en Venezuela; asimismo, de más de cincuenta artículos publicados en revistas académicas indexadas de España y diversos países nuestroamericanos, y de una veintena aún inédita. Profesor investigador de la Escuela de Trabajo Social de la Universidad Central de Venezuela. Investigador III del Programa de Promoción al Investigador del Ministerio del Poder Popular para el Desarrollo de Ciencia, Tecnología y Empresas Intermedias. Presidente de la Red Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales (RELATS). Coordinador General de la Comisión Organizadora de la I Conferencia Latinoiberoamericana y Caribeña de Trabajadores Sociales y Trabajadoras Sociales que se realizará en Coro, Patrimonio Cultural de la Humanidad, en octubre de 2011. listas.reacciun.ve/mailman/listinfo/relats-l; relats-ants.org, cesarbarrantes­20­21­@gmail.com; http://reconceptualizacion.googlepages.com/cesaraugustobarrantesalvarado/
[1] Todos los momentos co-constitutivos de la sociedad son a su vez mediaciones que, por ser modos de relacionamiento determinante, condicionante, funcional, antagónico, contradictorio son posibles de ser modelizados, formalizados, matematizados. Las mediaciones son variables contextuales (no son variables intervinientes ni independientes al estilo de los modelos funcional-positivistas) o procesos estructural-sistémicos que permiten relacionar causalmente (no necesariamente de manera funcional) las categorías teórico-críticas y los niveles, espesores y dimensiones de las apariencias involucradas en la investigación teórico-empírica. Otros modos no menos complejos son los definidos como procesos que determinan el terreno, el campo o las arenas movedizas en donde se realizan las batallas, los juegos de los poderes y se dirimen intereses (tecnoburocráticos estatales, mercadistas, militares, clasistas,…) en y a través de los cuales operan otras mediaciones tales como la limitación estructural, la selección, la contradictoria reproducción/no reproducción y la transformación (Wright Olin, Erik 1983). Dentro del conjunto de las relaciones so­cieta­les, momentos co-constitutivos que son mediaciones en sí mismas son el estado, la nación y la so­ciedad (así a secas o adjetivada de civil); entre otras me­diaciones se encuentran el régimen político, económico, so­cial y jurídico y sus instituciones, el sistema político (Garretón 1995), el sistema de par­tidos, los grupos de presión y el escenario electoral, el aparataje gubernamental y los poderes de la república; asimismo, los organismos corporativos (empresariales, sindicales) que, siendo en teoría per­te­ne­­cientes a la sociedad civil, en la realidad operante de algunos países aún se encuentran más articulados al sistema estatal estadobienestarista, neoliberal u oligárquico según sea el caso. Además de estas últimas, están otras mediaciones: las organizaciones mal llamadas privadas tales como las iglesias, los clubes, las logias; asimismo, las organizaciones étnico-populares o de base, tales como las asociaciones barrial-vecinales, los movimientos sociales, el movimiento popular, los consejos comunales, las comunas; las denominadas, más por persistencia que por pertinencia, organizaciones no gubernamentales u oenegés, las organizaciones que representan a pequeñas, medianas y microempresas y organizaciones productoras de cultura étnico-popular, etc. Estas últimas mediaciones o momentos co-constitutivos de la sociedad considerada en su conjunto más inclusivo encarnan prácticas y discursos que se dan en ámbitos, dimensiones, espesores y espacios de producción de sentidos cuyos significados, direccionalidades, intencionalidades no siempre trascienden a la opinión pública (la que se publica en los medios de difusión masiva), no siem­pre adquieren presencia en las agendas de las discusiones políticas y no siempre logran incidencia en los niveles macrosociales y macropolíticos. Otras no menos importantes mediaciones son las esferas del mercado, de la economía; de lo comunal-vecinal, de lo doméstico, de la intimidad (la subjetividad, la individualidad, cuyas potencialidades promisorias no tienen necesidad de desbordar el fuero interno y las decisiones privadas o personales que están “más allá” del ámbito doméstico). Otras mediaciones están constituidas por los campos ideológico, simbólico, espiritual y cultural, las formas de conocimiento, pensamiento, sentimiento y acción.
[2] Colombia es el tercer país del mundo que recibe más ayuda militar estadounidense después de Israel –un país, territorialmente un poco menor que el del Salvador, pero que fue constituido por Estados Unidos en la sexta potencia nuclear del planeta por su poder de fuego- y Egipto. Su ejército alcanza a alrededor de 500.000 efectivos que, no obstante su poder de apertrechamiento, no han podido derrotar a la guerrilla de unos veinte mil militantes en sesenta años. En 2009 el gobierno de Uribe ha autorizado al gobierno gringo a instalar en territorio colombiano siete bases militares más so pretexto de eficientizar la lucha contra el narcotráfico y la guerrilla. Estados Unidos, el mayor consumidor de drogas y mayor productor de marihuana del mundo y Colombia, el mayor productor de drogas del mundo y con una trayectoria de más de cincuenta años de narcoguerrilla, parapolítica, narcoestado, paramilitares,... negociando entre sí los destinos de nuestra América... http://www.ejercitos.tv/; http://www.ejercitos.tv/general/ejercito-colombiano-uno-de-los-ejercitos-mas-grandes-del-mundo.htm#more-3 (27 de mayo de 2010). TeleSUR: 03/06/2010: “…Un informe del Instituto Internacional de Estudios para la  Paz de Estocolmo, divulgado (ayer), señaló que Colombia es el país de América Latina (con) más…gasto militar, con respecto a su PIB… (En)…2009 destinó al gasto militar el 3,7% de su PIB (unos $10 mil 55 millones), colocándose (de) primero (en el) continente…”. http://www.telesurtv.net/noticias/secciones/nota/73048-NN/colombia-recibio-aviones-kafir-que-compro-a-israel/
[3] El siglo veinte mundial también fue uno de los más cortos de la historia humana en términos de proceso o ciclo histórico; ello en contraste con los largos siglos dieciséis y diecinueve europeo: este último terminó entre 1918-1920 dando origen al largo parto del corto siglo XX que sólo se produjo luego de décadas de crisis, al finalizar la segunda guerra mundial en 1945. El muy corto siglo veinte culminó con la denominada caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989, año en que entre el 27 de febrero y el 3 de marzo, se produjo el tristemente célebre "caracazo" –que dio inicio a la implosión del régimen político rentista petrolero iniciado luego del derrocamiento de la dictadura militar de Pérez Jiménez en enero de 1958- cuando las masas urbanas de Guarenas, Caracas y varias ciudades del interior se rebelaron contra la política neoliberal socialdemócratacristiana y se lanzaron a las calles saqueando comercios y supermercados, en virtud de lo cual fueron reprimidas por el ejército, ocasionando un número -de cientos a miles- nunca establecido de asesinados hasta hoy, en enero de 2010, todos enterrados en fosas comunes.
[4] Momentos que son metafóricos y, por lo tanto, no absolutamente correspondientes con fechas cronológicas, sino, por el contrario, movimientos traslapables. El origen de uno se gesta en los anteriores.
[5] La figura tenebrosa del desaparecido no nació en Argentina ni en Brasil ni en ningún otro país que no sea Venezuela durante los gobiernos accióndemocratistas  desde Rómulo Betancourt y Raúl Leoni hasta Rafael Caldera. En los cuarenta años de vigencia del régimen sociopolítico venezolano el censo oficial da cuenta de no menos de 40.000 asesinados y desaparecidos, todos militantes del partido comunista y de la izquierda que optaron por la vía guerrillera anticapitalista y antisocialdemócratacristiana. Todo ello en nombre de la libertad representativa. Hoy sustituida por la democracia participativa y protagónica, es decir, del pueblo, por el pueblo, para el pueblo y desde el pueblo en un estado social de derecho y justicia.
[6] "El Libertador, al escuchar la lamentable y vergonzosa historia, esperó y confió que la ley haría un ejemplo con el criminal y que ni favor ni merced alguna se le otorgarían, pero -añadió- tenemos tantos parientes, comadres y compadres entre nosotros, y las leyes tienen tantos subterfugios que, mientras tales sentimientos, y prejuicios absurdos e injustos se permitan, la justicia nunca se administrará imparcialmente. Por tanto temo que no será castigado.” Sir Robert Ker Porter: Caracas Diary, 1825-42, p.224. Citado por Brito García (1988:140).
[7] Este por creo que se concretó en Venezuela. Es el significado de la sustitución de la voluntad popular por parte de los representantes populares que fueron elegidos, pero que no estaban obligados a rendir cuentas públicas de su gestión.
[8] Recordemos que el proyecto originario –progresista para entonces a partir del cual tomó sentido la denominada teoría de la dependencia cuyos íconos fueron Enzo Falleto y Fernando Cardoso- de la CEPAL fue la del capitalismo autónomo latinoamericano, derrotado teóricamente en los sesenta y, políticamente, a partir de los setenta del siglo veinte, especialmente a partir del derrocamiento de Allende y la consecuente instauración de la dictadura de Pinochet y su Constitución política, de la que aún sigue usufructuando la derecha chilena, gracias a los buenos oficios de los gobiernos socialistas light de Lagos y Bachelet.
[9] El término puntofijista se refiere al hecho de que el pacto entre los caudillos de los tres partidos mayoritarios, con exclusión del partido comunista y otros de izquierda (la tristemente célebre concertación neopinochetista no nació en Chile, sino, primero en Costa Rica en 1948 y luego en Venezuela luego de 1958 con base en el derrocamiento de la dictadura de Pérez Jiménez), fue firmado en Caracas en la casa del jefe del partido socialcristiano: Rafael Caldera, denominada Punto Fijo (no se refiere a la ciudad caribeña de Punto Fijo). Este pacto equivale al denominado pacto de Ochomogo, firmado entre los jefes de las fuerzas victoriosas de la guerra civil que se libró en Costa Rica en 1948 en plena Guerra Fría, y cuya implicación directa fue la proscripción del partido comunista por cerca de veinticinco años, ya cuando el sistema político costarricense había sido lo suficientemente derechizado como para sentirse inoculado contra cualquier virus socialista-comunista y política y eclesialmente contestatario. También equivale, guardando las distancias históricas, a la denominada concertación pospinochetiana que asegura la vía neoliberal-capitalista –ya no por vía de la manu militari sino sobre la base de una civilidad represiva antizquierdista chilena y celosamente proyanqui. Poco después de firmado el pacto de Punto Fijo, el gobierno de Rómulo Betancourt suspendió las garantías económicas, decreto que fue mantenido por todos los gobiernos hasta que en 1999 el gobierno de Chávez las restauró y redimensionó.
[10] El sur también existe y nuestro norte es el sur, dijeron los poetas uruguayos, y con ellos decimos que también nuestro norte es el sur que vive en el norte desde cuyo adentro y desde abajo aquél ha quebrado la homogeneidad político-racial de éste.
[11] Por ello, pletórico de errancias, omisiones, intentos y reintentos, encuentros y desencuentros antagónicos, agonales, fraternos y asociativos que enriquecen, agregándole valor a la vida en sociedad.
[12] "… los seres humanos no están condenados… a aniquilarse o a estar a merced de un destino cruel, infligido por ellos mismos…El hombre sólo puede encontrar sentido a su vida…, dedicándose a la sociedad. La anarquía económica de la sociedad capitalista tal como existe hoy es, en mi opinión, la verdadera fuente del mal… La competencia ilimitada conduce a un desperdicio enorme de trabajo, y a (la) amputación de la conciencia social de los individuos…Considero esta mutilación…el peor mal del capitalismo…hay solamente un camino para eliminar estos graves males: el establecimiento de una economía socialista, acompañado por un sistema educativo orientado hacia metas sociales." (Einstein, 1949. Paréntesis nuestros).
[13] "La mayor ventaja que resultaría del establecimiento del socialismo sería sin duda que (éste) puede liberarnos de la sórdida necesidad de vivir para los demás…La  mayoría de las personas malgastan sus vidas por un altruismo malsano y exagerado…esto no es una solución…La propia finalidad es reconstruir la sociedad de tal modo que la pobreza sea imposible…La caridad origina multitud de pecados…Es inmoral…y deshonesto…usar la propiedad privada para aliviar los horribles males que resultan de la institución de esta propiedad. Bajo el socialismo naturalmente todo esto será alterado. No habrá gente viviendo en pestilentes tugurios y cubiertos de hediondos harapos y que procrean seres enfermos y hambrientos en circunstancias imposibles y ambiente inmundo…Cada miembro de la sociedad compartirá la prosperidad general y felicidad de la sociedad, y si cae una helada prácticamente nadie tendrá que sufrir la peor parte…" (Wilde, 1970: 1389-1390).
[14] Se trata de un coeficiente que cuando tiende a cero se traduce en menos desigualdad, en tanto que significa total desequilibrio en la distribución del ingreso cuando se aproxima a uno.
[15] El nuevo término acuñado en Venezuela para identificar el conjunto simple de decisiones gubernamentales conocido internacionalmente como política social(en nuestro país antes de 1998, indistintamente como programas sociales y megaproyecto social) compensatoria y asistencialista, conocida también en los ámbitos burocráticos inter(multi)­la­te­rales, como la ambulancia que va recogiendo los muertos y heridos que produce la política económica. El término misión introduce un sentido ético-moral, no ya estrictamente político en el sentido clásico de los marxistas y weberianos como dominación-corrupción-alienación y, más recientemente, como lo simplemente posible del cálculo políticamente correcto, adecuado a la rentabilidad electoral, sino, como posibilidad real, como potencialidad liberadora, autonómica de los sujetos ya no objetivizados y sujetados a las relaciones dominantes, sino, potencialmente constituidos en sujetos, agentes y actores sociopolítico-culturales que pudieran animarse a apropiarse de la historia que les concierne.
[16] No contempla el bono alimentario denominado cesta-ticket que, por un valor de cerca de Bs. 500 mensuales, desde hace varios años disfruta la clase trabajadora venezolana además de su salario (http://vtv.gob.ve/noticias-econ%C3%B3micas/30600). Este aumento está tasado al 2,15 bolívares por dólar (la decisión del gobierno de establecer dos  bandas de cambio, una, de dos quince y otra de cuatro treinta bolívares por dólar no afecta en modo alguno el consumo de los productos básicos; sólo afecta el consumo suntuario). Sin embargo la especulación persiste en su lógica de sacar ganancia de pescadores en río revuelto, y esta es una batalla crucial que las organizaciones étnico-populares, junto al gobierno, vienen librando sin claudicaciones. Bueno es señalar que el valor de la canasta básica para enero de 2010 de de Bs. 1.101,01.

[17] En Venezuela la nacionalización no significa, en modo alguno, estatización ni, mucho menos gubernamentalización, sino, transferencia de la propiedad privada a la propiedad sociocomunitaria, es decir, de la comunidad involucrada organizada en comuna, en común, en una unidad potencialmente solidaria, convivencial propia de los mundos de vida cotidiana, pero articulada al circuito de producción y distribución directa con amplios colectivos populares mediante los mercados populares, mercales, megamercales, pedevales, abastos bicentenarios y otros, en donde el pueblo –popular y de clase media- se ahorra entre un 40% y un 60%.
[18] De acuerdo con la Ley Orgánica respectiva, todo excedente por encima de los US$30.000.000.000 (no menos de US$ 12.000.000.000 anuales) de reservas internacionales pasan directamente a un Fondo de desarrollo socioproductivo.
[19] Esto por cuanto la legislación venezolana, como la de muchos países en el  mundo, imponen muchas restricciones al ejercicio difusor de las comunidades organizadas: por ejemplo, no recibir financiamiento por propaganda comercial, y su actuación siempre está delimitada absolutamente al ámbito geográfico de la comunidad en la que dicho medio está instalado.
[20] La fronesis es el tipo de conocimiento que Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, llamó “pra­xis”. Hoy a finales del primer decenio del siglo veintiuno la asumo como un ideal co­municativo, como utopía concreta transcivilizatoria que supone trabajar no sólo por el logro de mecanismos e institucio­nes comunicacionales superiores (civil-izadas) a partir de la crítica a los sentidos denotativos y connotativos monológicos, excluyentes y antidemocráticos, sino también por la necesaria transformación de las condiciones materiales (espirituales incluidas) que permitan la gestación (valga la metáfora biológica) y sustentabilidad de comunidades dialógicas, solidarias, fraternas (pero sin concesiones afectivas, morales, éticas ni geobipopolíticas), constitutivas de una ciudadanía verdaderamente responsable de la vida individual (subjetiva, intersubjetiva) pero esencialmente societal.
[21] Concebimos la necesidad en sus dos sentidos: como carencias (lo que nos hace falta de manera material, tangible e intangible) y como aspiraciones societales (la búsqueda de plenitudes, mejores vivires,…). Los trabajadores sociales y las trabajadoras sociales estamos de-formados para trabajar con la satisfacción paliativa de carencias pero no con la potenciación sinérgica de aspiraciones societales y ecosistémicas.